sábado, 16 de noviembre de 2013

Bitácoras desde Orlando (día 6)


Un día más, una bitácora más. En el día de ayer me dispuse a plantar la bandera de abordaje en uno de los parques de los que menos información había recopilado, aunque quizás también en parte por el hecho de tener una cantidad de rides y coasters sensiblemente inferior a lo normal, así que me dispuse a visitar SeaWorld Orlando.

El parque en sí tiene un tamaño bastante considerable y creo que su distribución es algo desigual, haciendo parecer que lo has visto todo hasta que descubres que justo en el lado contrario hay algo por ver y entonces debes caminar lo suyo. Además el hecho de tener un gran lago en su interior pero no estar en el centro, sino en un lateral, hace que se tenga que planificar bastante la ruta, para ahorrar minutos perdidos ya que el horario tampoco es que sea muy amplio (pues cierra a las 18:00h).

El parque maneja un solo theming: fauna marina. A partir de ahí va abriendo la flor y mostrándonos cada pétalo, aunque siempre recordándonos un constante mensaje ecologista de trasfondo, ya sabéis, hay que cuidar el oceano, nosotros somos responsables del medio ambiente, no hay que ensuciar, hay que salvar tortugas marinas gigantes y delfines (lo típico en la Barceloneta, por ejemplo), etc.

Sin embargo creo que hay un componente en el que falla estrepitosamente: pretenden mezclar el éxito asegurado que les dan ciertos tipos de animales en sus instalaciones (focas, orcas, delfines, osos polares) con el dudoso éxito que pueden cosechar con una colección de rides y coasters bastante débil y poco consistente. Y es ahí donde voy a enfocar la bitácora de hoy.


Si a un parque de atracciones o temático le quitas sus dos o tres principales coasters, sus majors, debe de tener la consistencia suficiente como para poder aguantar la fama por ello, poder soportar un buen nivel de attendance. Pero no es el caso. SeaWorld depende (a nivel de atracciones) tanto de la reciente Manta como de Kraken. Si se las quitas, el parque se queda totalmente desnudo y pasaría a ser un zoológico con un par de atracciones menores.

¿Manta? Genial. La verdad es que es un añadido importantísimo para el parque, decora enormemente un montón de rincones (incluída la entrada al parque, que ahora luce lift+pretzel loop) y resulta ser una flying bastante familiar y calmada. No al nivel quizás de Air en Alton Towers (Inglaterra), pero sí a un nivel suficiente como para permitir que alguien suba a ella como su primera flying. El pretzel loop me pareció finísimo, muy suave y con las fuerzas G justas como para notar ese toquecito de intensidad que todos le pedimos siempre a una B&M. Las transiciones en curvas usando corkscrews o in-line me parecen magistrales y el paso por la curva más fotografiada de la historia (la que tiene los surtidores automáticos de agua) es muy panorámico y bonito. La verdad es que es una muy buena coaster, bastante compacta (para ser de quien es) y un añadido más que necesario para este parque (la verdad es que ahora lo imagino sin ella y desde luego me costaría visitarlo).
En mitad del parque, a camino entre Manta y Journey to Atlantis, este año SeaWorld ha decidido plantar una especie de mini-área (eso que se lleva tan de moda ahora en Europa) en cuyo interior encontrar el clásico pack: una major, un restaurante y una tienda. Pero algo falla aquí cuando lo que más se ha vendido es la major pero esta resulta ser bastante insulsa y pobre. No, Empire of Penguin no vendría a ser una gran dark-ride o motion-ride (como se las empieza a llamar), no vendría a ser una Spiderman 3D o ni siquiera una Winnie de Pooh. Vendría a ser un leve paseo de apenas 200 metros en el que te meten en 2 cuevas (una de ellas con una pantalla y proyección, la otra con elementos estáticos pero juegos de luces). Vamos, que ni siquiera hay animatronics, todo se basa en pantallas, luces y aire, poco más. Intensidad 0, interés 0. Eso sí, la justificación quizás está en que al finalizar el ciclo (y con un frío en el cuerpo increíble, avisados quedáis), podéis visitar un recinto con medio centenar de pingüinos de un montón de razas y tamaños, todos ellos apostados en una especie de zona rocosa con parte acuática y con nieve de verdad (bueno, es hielo escarchado pero para qué nos vamos a poner tiquis-miquis). Y os lleváis de regalo haber perdido 30 o 40 minutos de vuestra vida, no diréis que no os avisé...
¡Kraken! Ya me habían advertido de que esta floorless, hermana prácticamente gemela de Dragon Khan hasta los MCBR, empezaba a notar el paso de los años, pero la verdad es que si comparamos este gigante azul con el gigante rojo de la Costa Daurada, no sabría yo qué decir. Me parece que quizás cojea más nuestro dragoncito... pero van un poco a la par. No quiere decir eso necesariamente que sea mala, me pareció bastante aceptable (en este tipo de coasters hay que empezar a tener en cuenta la edad, ya se sabe) y obviamente a partir de los MCBR es un festival de desniveles bastante bien llevados, aunque renqueantes en el theming (la famosa cueva me la imaginaba mucho más... pues eso, cueva). No decepciona, pero vamos tampoco es una gran coaster.
Como ya comenté creo que fue a través de uno de vuestros comentarios en la bitácora anterior, Journey to Atlantis, la water-coaster de Mack Rides, me pareció más bien lamentable. Sí, estamos de acuerdo en que el despliegue tecnológico es más que aceptable y que su layout es totalmente diferente a lo que tenemos en mente siempre (el big splash, sin ir más lejos, es lo primero que te comes). Pero ni su theming (plano y parco en detalles), ni sus intentos de generar magia con tecnología de los 90 (pantallas de tubo, iluminación de fluorescente) hace que merezca la pena fijarse en ella. Sinceramente, me quedo 1000 veces más con Poseidon, pese a tener casi todo el layout al descubierto, el nivel de theming es ampliamente superior al de esta mediocre water-coaster.

Y bueno. Visto más o menos lo más remarcable del parque (más adelante ya caerá algún análisis a fondo), la parte que más me llamó la atención y por la que más estuve era por las orcas. Nunca en mi vida había visto una (y Ulisses quedó muy lejos para un chico que visitaba Barcelona una vez al año y gracias, por entonces) así que verlas en movimiento y a tan poca distancia fue toda una experiencia, altamente recomendable si visitáis el parque.

Podemos verlas en dos o tres ocasiones, dependiendo de cuán generoso sea vuestro bolsillo. Si tenéis dinero, podéis comer en "Dinning with Shamu", que es un restaurante con vistas a la piscina donde está Shamu y su madre (en esta foto de abajo las veréis). Eso sí, id preparando billetera.

Si queréis ir a lo gratuito, podéis ir a la visión subterránea donde hay 3 enormes ventanales que dan directamente a su piscina, que es donde está captada esta fotografía y donde realmente podéis estar muuuy cerca de las orcas, ver pasar un bicho de semejante tamaño tan cerca es realmente asombroso:
Y por último llega la atracción estrella del parque (y se nota por la grandeza de absolutamente todo, no escatiman en gastos aquí). El Shamu's Stadium es donde se ofrece, dos o tres veces al día, un espectáculo visual y acuático con las 5 orcas que tiene el parque como protagonistas. Aquí está toda la carne en el asador: agua por todas partes, pantallas enormes, música a todo trapo, una enorme gradería semi-circular para albergar chorrocientos-mil espectadores y un espectáculo de unos 20-30 minutos que os cautivará por completo.

No soy muy amigo de usar los animales en espectáculos, más que nada por el estrés que pueda causarles el tener que ser como una atracción, pero no os negaré que ver estos animales tan enormes pegando saltos y realizando según qué trucos, es cuanto menos curioso.

Además, para qué engañarnos: el momento más esperado es cuando regalan coletazos de agua directamente a las graderías. Ahí la gente estalla en jolgorio y algarabía, todo es júbilo y un montón de palabras raras más. Es curioso ver lo sencillo que acaba siendo el público general (y comprobar que los directivos de este parque lo saben).

Bien, una vez acabé ya mi periplo por SeaWorld, siendo ya de noche, decidí tomar prestada la recomendación que me había hecho el taxista esa misma mañana, diciéndome que al lado de SeaWorld encontraría una atracción turística muy famosa en Orlando. "Al lado", traducido al lenguaje europeo, vendría a ser a un cuarto de hora más o menos, para que os hagáis una idea, por lo que tomé un taxi a la salida que me dejó en la misma puerta de Wonder Works, la casa que está completamente al revés:
La habréis visto en alguna serie, película o quizás os suene de Los Simpson, pues esta es la casa Wonder Works. No es que sea gran cosa su interior, pero el exterior bien vale la pena una visita fugaz. En mi caso estuve una hora pues entré y disfruté de lo que tiene: una especie de museo en miniatura donde tocar, probar y mirar es ley, todo son ilusiones ópticas, trampas visuales y cosas inexplicables de la física donde podemos convertirnos en niños exploradores.

Luego tenéis la opción de comer/cenar en una especie de restaurante con animación y monólogos, pero decidí no quedarme pues lo importante estaba ya visto y visitado: la casa.

Y hasta aquí esta sexta bitácora que espero que os haya gustado. Yo ahora mismo apago el portátil y me voy corriendo a tomar mi transporte shuttle en dirección al gigante de gigantes que tengo a apenas medio kilómetro del hotel: DISNEY. Hoy espero poder visitar Magic Kingdom, el padre de todos los 4 parques Disney... y espero no morir en el intento (tengo 14 horas para ello... ¿quién dijo miedo?).

Mañana os cuento...

No hay comentarios:

Publicar un comentario