viernes, 27 de enero de 2012

Diario de viaje - EEUU (día 6.2)

Día 6: Hershey Park (parte 2)

Descubrimos hace unos dos meses algunos de los detalles más fascinantes y de las anécdotas más destacables de la visita que hicimos en el pasado 2011 a Hershey Park, uno de los parques más fascinantes y modélicos de Estados Unidos.

Vimos entonces cosas tan interesantes como la llegada nocturna el día anterior al parque, nuestras primeras experiencias en Fahrennheit, el asombro al riddear Lightning Racer o lo divertido de probar la parte acuática de Roller Soaker.

Por entonces nos quedamos a las puertas de conocer la segunda parte de las experiencias vividas en este gran parque de atracciones de Pennsylvania, con balas en la recámara como Storm Runner, Comet o Sidewinder, además de ZooAmerica, un parque zoológico incluido en la entrada regular al parque. Hoy, en Bloggercoaster, recogemos el testigo y continuamos con esta segunda parte para acabar de ver todos los detalles de Hershey Park.


La furia roja y el mareo holandés

Nos quedamos justo en el ecuador del día, cuando llenamos el buche a base de comida 100% americana compuesta por frituras, carnes, parrilladas y refrescos. Todo ello, recordemos, con la siempre alegre y agradecida música pop y country que nos ofrecieron en el restaurante-anfiteatro Hatfield Country Grill.

Tras los cigarrillos de rigor por parte del sector fumador del grupo, decidimos alzar la vista y observar el gigante que se presentaba ante nosotros: Storm Runner, una de las coasters más características de Hershey Park y cuyas formas casi surrealistas encandilan a cualquier amante de las emociones extremas.

En primer término Storm Runner atravesando la espesura del verde bosque

Pasear bajo los soportes de Storm Runner, como ocurre con la mayoría de coasters que se dejan visitar en sus bajos fondos, es todo un regalo para la vista y en general para todos los sentidos pues puedes acariciar la vibración de cada soporte al paso de los enfurecidos trenes, así como escuchar los gritos o el sonido de la fricción de las ruedas al paso por cada tramo. Posiblemente es uno de los momentos más espectaculares de cualquier visita que se realice a un parque.

El paso a Trailblazer se hace bajo la recta launched de Storm Runner

Storm Runner es, para los que todavía no la conozcan, una launched coaster de Intamin con lanzamiento por cable (similar a Kingda Ka o a Furius Baco, por ejemplo) en la que la experiencia importante no es en sí el lanzamiento, sino la posterior lluvia de elementos a cual más raro.

A saber: cobra loop (que no cobra roll), heartline y el más raro de todos, el flying snake dive. Ponerme a describir cada uno de ellos me podría dar para una sola entrada, pero básicamente os indicaré que el layout, comprendido en un perfecto cuadrado, esconde tres inversiones totalmente imprevisibles. Incluso después de haberla riddeado en 3 o 4 ocasiones te pierdes intentando descifrar qué es lo siguiente que vendrá en el recorrido.

Cuando estás a esa altura cualquier inversión se convierte en infierno...

De nuevo hay que lamentar, eso sí, el uso del ya tristemente famoso over-the-shoulder-harness, el arnés que utiliza Intamin para la mayoría de sus producciones con inversiones (o sin ellas) y que provoca un intenso dolor tras cada ciclo, principalmente en cuello, hombros, pecho y cintura. En este caso el uso de este arnés empobrece totalmente la experiencia y, sumado a la cantidad de giros bruscos que contiene, hace que en ocasiones se convierta en un suplicio (sobretodo si nos sentamos en filas posteriores a la primera).

Vías retorcidas, bosque de soportes, altura considerable... ¡vamos allá!

Eso sí, pudimos comprobar que vale muchísimo la pena para descargar adrenalina, es una de esas coasters que te facilitan mucho el grito, en parte debido al descontrol que experimentas y la sensación de no saber nunca por dónde vas a recibir golpes.

Una vez fuimos vapuleados durante varios ciclos en Storm Runner, decidimos calmar un poco los cuerpos, aunque mucho me temo que no hicimos buena elección. Para ello nos desplazamos unos 200 metros más hacia el centro para encontrarnos de lleno con Sidewinder o, como podríamos llamarlo directamente: obra del demonio.

La más clásica de las clásicas fotos de coasters, pero siempre debe sacarse, ¡es inevitable!

Y es que como si de un cocktail explosivo se tratase, mezclamos enérgicamente el concepto coaster con inversiones, cobra roll y Vekoma para dar como resultado un refrescante producto que debemos tomar con cuidado, porque marea.

Se trata de una shuttle coaster clásica, de ella podemos encontrarlas a decenas desperdigadas por todo el mundo y también podríamos decir que se trata de uno de los modelos más recolocados de la historia, por lo que estos datos no auguran buenos presagios. Sin embargo en Hershey Park está bien tratada, no ha sido recolocada nunca pero, eso sí, ostenta la edad de unos dolorosos 20 años, lo cual la convierte en presa fácil a la hora de pensar en elementos bruscos o poca comodidad vs. mucha intensidad.

Saludan alegres porque apenas han empezado a subir hacia atrás, después hablamos...

He de decir a su favor que este credit contenía los nuevos trenes que Vekoma usará a partir de ahora en las nuevas multiloopers o shuttles, como esta, por lo que la dureza de las transiciones y la agresividad de las G's laterales se veía, en parte, amortiguada (aunque no nos engañemos, no era como volar).

Un photo-ride casero de Calle y Kivy en primera fila tras el cobra-roll demoledor...

A favor esta coaster tiene siempre la estética de lo compacto pues, sin tener que alejarse demasiado, enseguida cabe en cualquier fotografía y especialmente en Hershey la tienen encarada a poderse realizar buenas y clásicas instantáneas bajo su cobra-roll o frente a su loop.

Una vez riddeada en un par de ocasiones (aunque he de ser sincero, en mi caso fue "one and no more, Saint Tom"), decidimos desplazarnos a la zona que nos dio la bienvenida a primera hora del día, completando así una especie de círculo de coasters, aunque nos quedaba por probar la última de ellas, una sorpresa especial que, después de tantas inversiones y velocidades, nos sentó como gloria bendita.

Cirulo, el hada madrina del bosque de los soportes mágicos.

Madera Oldschool y vistas privilegiadas

Volvimos al gran canal que atraviesa el parque en su mitad del este para volver a observar la majestuosidad de cosas tan enormes como Great Bear (de la que ya os hablé en la primera parte de este episodio) o el credit que nos ocupa ahora: Comet.

Comet es un puro bombón de chocolate (aunque en este caso podríamos decir que se trata más de chocolate blanco), un delicioso credit que podrías perfectamente riddear una y otra vez sin cansarte, pese a tener la edad de la jubilación: 65 años. Una auténtica reliquia que está tan finamente conservada que nada tiene que envidiar a algunas de las woodies que se fabricaron a finales de los 90 o incluso durante la pasada década.

Compacta, sencilla, repleta de buenos elementos, veloz y oldschool. ¿Alguien da más? ¡Comet!

Su esencia es muy básica, pero a la vez podría ser de libro: combina la elegancia de un recorrido sin demasiados cruces ni curvas extremas con la practicidad de un layout repleto de rectas y mini-drops que aportan frescura al conjunto, haciendo que disfrutes a partes iguales de la velocidad y de la suavidad sin necesidad de sufrir fuerzas laterales máximas que te disloquen el cuerpo.

Trenes de auténtica woodie sesentera...

Se puede incluso apuntar que en ocasiones la sensación era la de querer vivir un pleno airtime, aunque la brusquedad del lógico paso de los años sumado al hecho de ser evidentemente familiar hacen que esa sensación se difumine rápidamente en cada uno de los drops que se pasan en Comet.

Por momentos me recordó mucho a Big Dipper, aunque quizás con un mimo y cuidado especial en su conservación, lo que la convierten en una woodie muy bien posicionada pese a haber probado ya una veintena de ellas.

Salidos de Comet y con un muy buen sabor de boca, decidimos encarar nuestra ruta a una pequeña delicia que se nos brindaba en este rincón: Skyview.


Hace ya unos cuantos años, cuando en Hershey Park no existía la imponente figura de Great Bear, el parque facilitaba a los visitantes que entraban por la zona del Carrousel una manera rápida de trasladarse a la zona central del parque, a los pies de Kissing Tower (la torre panorámica de visión de Hershey Park). Para ello se podía tomar a pocos metros del Carrousel una especie de telesilla rudimentario que, atravesando el valle del canal, nos encumbraba a la otra parte de dicho valle, permitiéndonos salvar un terrible desnivel y unos buenos 500 metros de ruta a pie.

Vistas absolutamente privilegiadas y al detalle de un immelman de B&M.

Llegó Great Bear y el parque tuvo que deshacerse de una mitad de este recorrido, convirtiendo una de las estaciones de carga de este tele-silla en la estación actual de la invertida de B&M. Decidió, eso sí, recortar el recorrido del cable de Skyview pero conservar la ride panorámica ya que permitía al visitante realizar fotografías muy detalladas y poco usuales de coasters como Great Bear o Soopadoopaloopa.

La curiosidad: Hershey Park encargó a B&M que ningún soporte de Great Bear tocase el agua...

Y así es como fuimos a parar a Skyview, por curiosidad. El recorrido es más bien corto, lento y sólo se describe una recta de no más de 300 metros de distancia, pero el hecho de pasar a tan sólo un par de metros del mar de soportes de Great Bear ya convierten esta ride de transporte en todo un "must do", las fotografías que acompañan este texto así lo acreditan.

La estación de recepción y salida de Skyview

Rides y más rides...

Con la cámara repleta de buenas fotografías de la invertida suiza y a sabiendas que teníamos ya en el saco absolutamente todos los credits del parque (sin ninguna kiddie, tomen nota los demás), decidimos iniciar una de las partes que más me gustan a la hora de visitar parques nuevos repletos de rides exóticas: riddearlas. Está claro que el RollerCoaster Team se dedica, como su propio nombre indica, a explorar los credits que contenga cada uno de los parques que visitamos, pero he de confesar que también me gusta bastante poder probar flat rides que no conocemos aquí, las dark rides más insospechadas o incluso rides de paseo o kiddies, porqué no.

Después de montar en Skyview nos quedamos exactamente donde habíamos empezado el recorrido, en la plaza del Carrousel y, para no fallar con la tradición, era el momento del cigarrillo de los miembros fumadores. Así que decidimos, por un breve momento, separarnos para al cabo de unos minutos volvernos a encontrar exactamente en el mismo punto de encuentro y así, a nuestro libre albedrío, poder disfrutar de rides o elementos del parque que nos llamaran la atención.

Lo que más a mano tenía en ese momento era, a la vez, una antigüedad. Se trata de Ladybug, un tipo de spin-ride bastante popular en parques americanos tradicionales y que, pese a que no pude montar (por la clásica restricción de no ir acompañado de un niño, que jamás entenderé), sí que pude fotografiar y observar con cierta curiosidad.

Ladybug, o la diversión oldschool también hecha para niños.

El concepto es muy parecido a los Music Express (aunque aquí os sonará más si hablo de Yucatán en PortAventura, por ejemplo) pero, obviamente, a una escala y con un mecanismo altamente sencillo. Como podéis observar en la fotografía, hay un eje central desde donde parten unos brazos radiales que aguantan unas góndolas giratorias que, a su vez, se sustentan sobre un raíl que completa una circunferencia con diferentes alturas. En el último vagón de esta ride hay un pequeño motor de gasolina (controlado por el ride-op) que es el que proporciona la potencia para dar una serie de vueltas, a no demasiada velocidad. Otra curiosa ride que, para bien o para mal, nos encontramos un par de veces en otros parques americanos.

Un sistema altamente eficiente a la par de extremadamente sencillo.

Visto esto, tuve en este momento una pequeña duda interior que me suele abordar casi siempre en la segunda mitad del día en todos los parques que visito: ¿Dónde están las dark rides?. Hershey Park tampoco escapa al dominio de este tipo de rides y, aunque de una manera bastante diferente al concepto que tenemos en Europa, tiene una dark ride muy simplona pero que, por lo menos, te proporciona unos minutos de descanso si tus piernas están exhaustas (como era mi caso, por ejemplo). Así pues es como fui a parar a Reese's Xtreme Cup Challenge, o lo que es lo mismo, una dark ride interactiva.

La única fotografía que me digné a sacar de tan infecta dark ride...

Con un argumento totalmente infantil, nos adentramos en el mundo de los deportes extremos tan y tan patrióticos (skateboard, BMX, Hockey sobre hielo, snowboard, etc.) y nos metemos de lleno en una maratón de competiciones (cada pequeña sala por donde pasamos representa un deporte distinto). Al comenzar el "reto" un par de animatronics nos saludan y nos instan a disparar a las dianas que encontraremos por todo el recorrido. Al final del ciclo esos mismos animatronics nos felicitarán e invitarán a recorrer de nuevo esta particular carrera de disparos. Añadid el concepto "escenarios de cartón con colores fosforito" y tendréis un cocktail de ingredientes que aburriría hasta a las piedras. Conclusión: posiblemente la dark ride más prescindible que he riddeado jamás... ¡y Sally Corp. está tras ella!

Después del descanso que proporcionó a mis maltrechas piernas este invento mal ejecutado, nos volvimos a reunir para dirigirnos hacia otra ride, algo cercana a Comet (por lo tanto no nos desplazamos más que unos 150 metros) y que resultó ser una gran fuente de diversión: Tilt-A-Whirl.

De nuevo nos encontramos ante una spin ride de lo más sencilla que, por alguna razón, sigue presente en la mayoría de parques estadounidenses pese a cargar a sus espaldas muchos años de edad (la encontré en todos los parques que visitamos menos en SixFlags Great Adventure). De manera similar al funcionamiento clásico de una ride tipo Music Express, nos situamos en góndolas circulares que giran sobre su propio eje y, a la vez, se sitúan sobre un círculo que gira también, por lo que en este caso podríamos decir claramente que nos encontramos ante una ride denominada "ride de mareo gratis".

Tilt-A-Whirl... ¿alguien ha pedido un ciclo más?

El problema es que nos encontrábamos prácticamente en el ecuador de nuestro viaje y en nuestro Dossier de Ataque teníamos un achievement o reto que incluía montar una ride de mareo gratis durante 5 ciclos continuados sin descanso. Tilt-A-Whirl se presentó ante Cirulo y ante mi como la solución al dilema de completar este reto.

Y como muestra, un botón (o más bien dicho, un video de Youtube). Señores y señoras, el RollerCoaster Team pereciendo directamente en Tilt-A-Whirl:



Cinco ciclos después y tras algunos minutos de mareo vomitivo mezclado con grandes dosis de carcajadas, nuestro reto de riddear 5 ciclos seguidos una ride de mareo gratis estaba completado. ¡No hay propósito imposible para el RollerCoaster Team!

Flume 100% americano

Todos y todas tenemos más o menos grabado en nuestra memoria el concepto de un flume tradicional: barcas alargadas, generalmente con theming de troncos, que se deslizan por canales rebosantes de agua y que esconden un par de drops entre su recorrido, ofreciendo chorreo y diversión a partes iguales. Hasta aquí todo bien, pero cuando hablamos de Coal Cracker, el flume de Hershey Park, la historia cambia tanto que merece la pena que lo analicemos al detalle.


Aunque la carga es en estación circular (vista ya en bastantes flumes típicos) las barcas no están tematizadas en troncos ni en nada que se le asemeje, en este caso hablamos de una especie de naves espaciales atornilladas. Probablemente en este punto ver esta fotografía os ayudará:

Cirulo, Calle y Kivy, esperanzado en frenar el choque con el agua a través de su negro gorro

Tras abandonar lentamente la estación de carga nos dirigimos rápidamente a un largo lift que, a través de un bosque de árboles y soportes de coaster a partes iguales, nos elevará a una altura de quizás unos 30 metros. Una vez arriba, comienza la fiesta. La barca se desliza rápidamente en una especie de tobogán acuático (nada que ver con los típicos canales azules que conocemos aquí), sino algo más parecido a lo que podemos encontrar en los tubos sinuosos de un parque acuático. La velocidad que adquiere la barca en este punto es la clave, llegando a necesitar de peralte en las curvas para poder pasarlas bien y, a lo largo de unos buenos 200 metros, temes por tu integridad física porque parece que la barca, literalmente, vaya a volcar.

Tras este punto, el más divertido sin duda, llega el segundo punto interesante: el doble drop. Y no es doble por tener dos bajadas en una, sino que lo es porque antes de llegar al gran drop, la barca se detiene en una pequeña piscina a mucha altura donde un ride-op (sí, a unos 20 metros de altura hay un ride-op con sombrilla) controla un gran brazo mecánico que mueve una palanca y decide así por cuál de los dos drops paralelos vas a caer. Si os fijáis en la fotografía que os adjunto, arriba a la izquierda veis el ride-op con la sombrilla:

Literalmente, esto es un double drop...

El momento bizarro es cuando llegas abajo, al punto de "splash" de la barca, en el que no chocas directamente contra el agua sino que antes la barca da un pequeño respingo, un salto en el aire (traducido en un enormísimo airtime) y finamente, unos metros más allá, cae estrepitosamente en la piscina repleta de agua.

Nos dejó consternados por completo, tanto que incluso hubo que riddearlo en varias ocasiones para experimentar todas las sensaciones al completo. En definitiva, para mi supuso una brillante (y totalmente desconocida) alternativa a los flumes más tradicionales que pueblan por completo todos los parques habidos y por haber. De nuevo, tomen nota parques europeos.

ZooAmerica y la Kissing Tower

La tarde estaba ya bien entrada y, a eso de las 18:00, decidimos darnos un descanso como grupo, dividiéndonos en dos sub-equipos. Cirulo y Kivy decidieron riddear las coasters una vez más y Calle y servidor decidimos explorar a fondo algunas curiosidades que el parque escondía y que nos llamaron inmediatamente la atención.

La señal de entrada a ZooAmerica ya da una idea de lo bonito de este recinto de fauna y flora.

Una de ellas es ZooAmerica, un concepto que si nos fijamos en el modus operandi de los parques de atracciones o temáticos europeos quizás no es el más normal, pero que me pareció una bonita y entrañable alternativa para dar a conocer algo tan propio de cada país como es la fauna autóctona.

Os lo explico de manera muy rápida porque un día, en Bloggercoaster, quiero hablar a fondo de ZooAmerica. El concepto es una especie de parque zoológico de tamaño menor al que normalmente estamos acostumbrados a ver, pero con la ventaja de que los animales se crían y desarrollan en un entorno totalmente propio, es decir, sin tener que recurrir a theming artificioso, rocas de cemento o cascadas falsas como pasa en la mayoría de zoológicos. Aquí los animales resisten perfectamente el clima porque, básicamente, ese es su clima.

En esta fotografía aparecen 3 correcaminos. No pude ver ningún coyote, eso sí.

ZooAmerica ofrece la posibilidad de pasear tranquilamente por verdes y frondosos bosques típicamente americanos mientras ves, a pocos metros de distancia, animales como el águila real (emblema por antonomasia de EEUU), los osos negros, los búfalos o los pájaros correcaminos. En resumen, es una visita libre por un recorrido muy bello y lleno de pinceladas de un país cautivador en cuanto a fauna y flora se refiere.

La entrada a ZooAmerica es totalmente libre (representa que ya la has pagado al adquirir el ticket del parque), por lo que decidimos visitar de principio a fin las instalaciones, hasta que un amable guarda de seguridad nos indicó que ZooAmerica cerraba sus puertas ya, coincidiendo prácticamente con la caída del sol y la llegada de la noche americana.

Paseo verde, sendero limpísimo, bancos para descansar... póngame un café y firmo de por vida.

Como ya os he indicado, algún día hablaré más a fondo de ZooAmerica porque fue una experiencia muy enriquecedora y totalmente cautivadora de principio a fin.

Saliendo del recinto y a muy pocos metros encontramos otra de las rides que, al parecer, es mítica en este parque: Kissing Tower. Aquí debo hacer un pequeño inciso en el relato y explicaros que el concepto "kissing" está muy arraigado a esta zona, ya que una de las chocolatinas más conocidas de EEUU son los Hershey's Kisses, una especie de pirámides de chocolate envueltas en un papel. En homenaje a este producto tan famoso y típico Hershey Park decidió construir en 1975 esta torre de visión panorámica, ejecutada por los incombustibles Intamin Ag y que ofrece unas vistas absolutamente espectaculares de Hershey Park y sus alrededores.

Kissing Tower bordea los límites del parque y se muestra ante la factoría de chocolate Hershey.

Acompañando este texto os pongo un par de fotografías sacadas desde las alturas, pero os puedo asegurar que la auténtica experiencia se vive una vez estás a esa altura y contemplas cosas tan curiosas como la factoría Hershey (a pocos metros del lugar) o todas y cada una de las coasters que tiene el parque en catálogo, que no son pocas. Todo ello bañado de una bonita puesta de sol con el cielo rojizo.

La factoría de chocolate Hershey, autores de las barritas de chocolate preferidas de America.

La verdad es que ambas experiencias, tanto ZooAmerica como la Kissing Tower, pueden pasar perfectamente a formar parte de ese particular álbum de "momentos inolvidables del RollerCoaster Team".

Mejores vistas imposible... ¡el paraiso de los park freaks!

Últimos momentos y despedida

La luz natural empezaba a escasear y Hershey Park estaba a punto de sorprendernos con una de sus más admiradas bazas: la iluminación nocturna. De nuevo, como si en un capítulo más de RollerCoaster Tycoon estuviéramos, el tintineo de las luces de colores y parpadeantes se iba adueñando del lugar y empezaban a resplandecer por aquí y por allá, dando la impresión de que más que un parque de atracciones, nos encontrábamos en una pura feria tradicional.

Antes de unirnos de nuevo en el punto de encuentro que previamente decidimos ,frente a Lightning Racer, Calle y yo nos adentramos a descubrir una última flat que supuso, todo hay que decirlo, cierta dosis extra de mareo. Se trata de The Claw, una pendulum ride de Chance Rides que conocemos bien de haber riddeado quizás en ferias o incluso en algún parque europeo, como Lightwater Valley.

The Claw, una manera vil y maliciosa de auto-regalarse un buen mareo.

Giros y más giros y un suave pero a la vez vertiginoso balanceo protagonizan un ciclo casi interminable en el que disfrutamos, eso sí, de la metamorfosis del parque del día a la noche.

Puntuales, llegamos a la entrada de Lightning Racer donde decidimos dar paso al último punto mítico del día, aquél que nos regalaría el momento más inolvidable de toda la jornada, después de haber montado en absolutamente todo y de tener una colección de emociones digna del coleccionista más meticuloso: riddear de noche en la frenética Lightning Racer.

Recorrer cada metro del layout de esta serpenteante woodie dueling racer es como recorrer metro a metro un viaje inigualable a través de las emociones más perfectas. Notar la suave brisa nocturna, ver el último resplandor solar en la lejanía, con un cielo levemente anaranjado y la tenebrosidad nocturna acechando, sentir cerca tuyo el revoloteo de las luciérnagas de las que ya os hablé en la anterior parte junto con el canto frenético de los primeros grillos y por último, pero no menos importante, observar como absolutamente todo el layout de cada carril está reseguido por tuberías transparentes con leds amarillos que siguen, sin error alguno, el recorrido de principio a fin, como si cada tramo de luz intermedia quisiera acompañarte en este mágico viaje a través de la velocidad y la madera.

Imagen para el recuerdo. El parque vacío y Lightning Racer con las luces encendidas...

Amigos y amigas de Bloggercoaster, si alguna vez estáis a miles de kilómetros de vuestro hogar, con todo un océano separándoos de vuestras casas, en un parque plenamente americano y riddeando una de las mejores woodies que existen con todas las experiencias que arriba os he explicado, será en ese momento cuando será inevitable exclamar un enorme: FUCK YEAH!

Maravillados por este par de ciclos de los que disfrutamos en la magnífica Lightning Racer, decidimos que la hora iba llegando, que el parque cerraba ya sus puertas y que debíamos recorrer, como si de una triste procesión se tratara, los metros que nos separaban de la entrada al parque (¡justo en la otra punta!). Curiosamente durante nuestro particular viaje para abandonar el parque nos acompañaron decenas de trabajadores que también dejaban atrás sus respectivas rides, por lo que creedme si os digo que fuimos de los últimos visitantes de este genial recinto. Era como si nos negásemos constantemente a la idea de tener que salir de allí. Nos aferrábamos a su esencia, a su encanto, a su genialidad. Hershey Park, ciertamente, nos había hechizado por completo.

Dejábamos atrás horas y horas de entretenimiento, dejábamos el salvaje Fahrenheit, la dolorosa Wildcat, la intensa Storm Runner o la estatua de Milton S. Hershey, padre absoluto de tal maravilla, con la sensación de que en cualquier momento elevaría su mano y nos daría las gracias por haber visitado el parque. Su parque.

Goodbye Milton S. Hershey, nice to see and enjoy your park!

Por delante quedaban todavía las últimas horas del día hasta descansar en las reconfortantes camas de nuestro hotel, previa visita nocturna a un local de apuestas señoritas americanas que ofrecían cigarrillos y alcohol. Y si afrontábamos el hecho de que al día siguiente habría que levantarse, francamente muy pronto, teníamos Lakemont Park, Cedar Point o Dorney Park. No acabábamos más que de dar comienzo a nuestra particular aventura yankee.

*****

Finalmente damos carpetazo limpio a Hershey Park, uno de los mejores parques de atracciones que he visitado jamás (entra en la liga de Blackpool o Cedar Point) y un ejemplo claro del tesón y la constancia a la hora de alimentar, año tras año, un pequeño parque hasta convertirlo en un bonito rincón donde pasar un día familiar y, lo que le interesa al parque, sacar el máximo rendimiento económico.

Está bastante alejado de absolutamente cualquier cosa, ya que los parques más cercanos a esta región posiblemente estén a unos 200 Km. de distancia, pero si en alguna ocasión estáis en EEUU o preparáis una ruta larga, os recomiendo plenamente visitar Hershey Park. No os arrepentiréis.

Estad atentos porque la siguiente parte de esta particular saga es totalmente diferente. Un parque minúsculo, pintoresco, con un toque oldschool impresionante y una joya oculta en su interior: la coaster más antigua del mundo en servicio. ¡No os lo perdáis!

3 comentarios:

  1. Enorme review, como siempre. Debo matizar una cosa: los yankees no reparan en gastos y no utilizan luz de chichinabo como aquí. Lo que reseguía el layout de Lightning Racer no eran tubos de plástico con leds, sino interminables hileras de bombillas de resistencia puras y duras de 90W.

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  2. AFAPAM: Como siempre genial entrada.Enhorabuena. Esperemos que la siguiente parte del viaje no tarde tanto en publicarse como esta.

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