domingo, 17 de abril de 2011

Pueblos con encanto

Hoy voy a hacer un pequeño alto en el camino después del auténtico aluvión de información, datos, fotos, viajes y demás que he sufrido en estas casi dos últimas semanas. La verdad es que he recibido en 3 visitas a parques mucha información que prefiero ir preparando y plasmando tranquilamente en el transcurso de las semanas que vienen de ahora en adelante.

Como os decía, hoy voy a tomar un pequeño descanso y os voy a hablar de un detalle que, a mi parecer, es de esos que te hechiza totalmente cuando inicias esta afición a visitar parques y más parques, que en más de una ocasión he mencionado ya que va ligado totalmente a ellos y es el hecho de viajar.

Viajando en muchas ocasiones te encuentras con que pasas horas en aburridos aeropuertos grises, pasas muchas horas en transporte público o privado (dependiendo del tipo de viaje sobretodo) y sobretodo pasas muchas horas visitando lugares que, quizás, no aparezcan en las guías principales de turismo.

Normalmente cuando dices que viajas a "tal país" suelen preguntarte si lo harás a la capital o a alguna ciudad conocida y grande, cuando la realidad es que la mayoría de tiempo lo inviertes visitando pequeños pueblos o ciudades alejados de la fama o de la exclusividad.

Hoy, en Bloggercoaster, quiero hablaros de dos claros ejemplos de localidades donde se ubican grandes parques y que, por el simple hecho de contener cerca estos parques, ganan muchísimo encanto y fama, además de ofrecer un rincón único para el visitante aficionado a las coasters y los parques, por regalar a los sentidos sensaciones cercanas al máximo goce coasteril con vistas, sonidos o rincones únicos que hoy veremos.


Rust: el pequeño pueblo a un gran parque enganchado

El primer ejemplo es muy claro y creo que viene a la mente de cualquier aficionado que haya visitado Europa Park. Rust, situado en sur-este de Alemania en la zona de Baden Wuerttemberg, es un diminuto pueblo que se ha ido consolidando año tras año en el mapa de turismo general de Alemania ofreciendo uno de los tesoros más preciados por entusiastas y familias en general: Europa Park.

Las vistas del pueblo son totalmente idílicas, la clásica postal alemana...

La historia del pueblo se ha visto ligada, obligatoriamente, al crecimiento del parque, siendo éste y la agricultura del lugar la base de la ocupación laboral de los habitantes del mismo. Directamente el parque da trabajo a unas 2000 personas y quién sabe cuántas más indirectamente, por lo que se convierte en un motor económico increíble, ya que quien no trabaja en el parque tiene una casa o apartamento que alquila a los visitantes (si buscáis el pueblo en Booking veréis que hay una cantidad enorme de hoteles y apartamentos, más los que no hay registrados en la web que posiblemente doblen la cantidad).

Por la noche podemos visitar el parking del parque sin problemas, lift de Silverstar incluído.

Y es que cuando se visita Rust de lo primero que se da uno cuenta es que rodea, literalmente, casi todo el perímetro del parque, dejándolo libre únicamente en la parte cercana a los hoteles y a la flamante nueva área temática de Islandia (hogar de BlueFire) y en una porción del perímetro cercana al enorme parking. El resto del parque está rodeado, muros mediante, de las calles, plazas y casas del pueblo.

Desde prácticamente cualquier calle de Rust, al fondo, podemos ver la silueta de Silverstar.

Esto ha provocado que con el paso de los años se hayan establecido ciertos servicios, como la construcción de un enorme Lidl a las afueras del pueblo o la apertura de numerosos bares, restaurantes y pubs donde poder saciar nuestra sed y hambre una vez salidos del recinto. Es el claro ejemplo de Après Park, un restaurante-pizzería que, cualquiera que me conozca, sabe que recomiendo encarecidamente y casi obligo a visitar, pues basa gran parte de su tematización en carteles, objetos y fotografías del parque, a destacar sobretodo un gran muro donde cuelgan fotografías con gente famosa que ha visitado el parque y ha pasado por el restaurante.

Rust nos ofrece también servicios básicos como bancos, farmacias o agencias que nos ofrecen visitas por la zona o nos podrán gestionar nuestra estancia sin problemas (hay que tener en cuenta que la experiencia que tienen en esto viene de años atrás, por lo que cualquier problema sabrán resolverlo sin problemas y de manera muy hospitalaria).

Y por la mañana, unas vistas al parque directamente desde nuestra ventana.

Y ya para rematar, cómo no, Rust ofrece unas vistas al parque totalmente envidiables. Prácticamente podemos alojarnos en cualquier apartamento cercano y, a la mínima que saquemos la cabeza por una ventana o directamente desde nuestro balcón podremos observar el imponente lift de Silverstar en el centro del recinto, visitar el parking de noche y hacer fotos nocturnas a la iluminada estructura de la coaster de B&M o disfrutar de un café mientras charlamos y debatimos sobre la visita del día con el parque vigilándonos de cerca.

Una buena pizza en Après Park cargará nuestras pilas por la noche, tras el duro día en el parque.

Lo dicho, la visita a Rust no solamente se justifica con la visita al parque, sino que entra todo en una especie de paquete especial que se disfruta desde que vemos el lift de Silverstar a kilómetros a la redonda (acercándonos por la autobahn por ejemplo) hasta que, por desgracia, lo abandonamos con tristeza en nuestra partida. Valga como ejemplo de lo que os he relatado las fotografías que acompañan este texto, aunque para sentir realmente lo que os digo, hay que estar ahí y respirar el ambiente.

Blackpool: las Vegas inglesa

Blackpool está hecho de otra pasta, en esta ocasión no es un pueblecito apacible y encantador apartado de el ajetreo típico de las ciudades, sino que se trata de un pueblo (también) costero que, para más añadido, tiene uno de los mayores parques de atracciones del mundo (no en extensión, pero sí en relevancia).

Blackpool Pleasure Beach está rodeado de una ideal villa inglesa con casitas de ladrillo rojo.

Significa la visita a Blackpool un regalo para la vista y el oído, pues la primera la saturaremos con el visionado de carteles, vallas, pantallas y decoración dispersa a lo largo del municipio de la costa noreste de Inglaterra (una zona llamada Lancashire). El oído se encargarán de distraerlo el constante tintineo de las monedas al caer de las máquinas recreativas que se sitúan en la inmensa cantidad de locales arcade, casinos, bares y zonas recreativas en general de las que dispone el lugar.

Y al otro lado, vistas al mar y la playa, sin más.

Hay que decir que, tradicionalmente, Blackpool para los ingleses significa una ciudad de ocio y descanso, pues acuden a ella para dejarse los ahorros del año disfrutando de una semana de playa, sol (cuando lo hay) y locales que ofrezcan diversión. De ahí que en un pequeño territorio se concentre Blackpool Pleasure Beach, un mini-golf, dos ferias fijas e incluso un parque acuático indoor, todo a menos de 200 metros de distancia lo uno con lo otro.

Las vistas desde los lifts de las coasters suelen ser envidiables: playa, mar y brisa oceánica...

Si obviamos la existencia de estos macro-recintos de ocio, tenemos como resultado que Blackpool es un pueblo costero repleto de casitas típicas inglesas, con su jardín delantero o trasero incluido, cuidado en su estilo floral y su mantenimiento a diario (algo de lo que saben un rato largo los amigos británicos). Si en alguna ocasión tenéis la oportunidad de ver el pueblo desde las alturas (subiendo el altísimo lift de Pepsi Max Big One, por ejemplo) veréis dos mares enfrentados entre sí: un mar gris oscuro formado por los tejados de las casas que os comento y un mar azul oscuro que limita con la ocre playa y el blanco de las olas que chocan contra los espigones.

Vamos paseando por las calles tranquilas y de repente ¡PUM! ¡Aparece una mega-coaster!

Fotográficamente Blackpool Pleasure Beach da un juego enorme, pues la grandeza de sus construcciones y la cantidad de soportes que vemos prácticamente desde cualquier ángulo posibilita el hacer fotos a destajo sin perder un ápice de cierta belleza paisajística. Además se recomienda, si tenéis la posibilidad, visitar la población de noche, cuando las luces y los neones decoran gran parte de la costa y os podéis sentir transportado al mismísimo centro de Las Vegas.

En el muelle de South Pier nos podemos relajar tomando un helado y viendo toda la costa.

Os recomiendo, a parte de la visita a Pleasure Beach claro, un pequeño paseo por sus espigones y una visita a South Pier, la feria fija situada en un muelle de madera y que, desgraciadamente, no pasa por sus mejores años de existencia, pero que os ofrecerá unos puntos de vista alejados de la costa, ideales para sacar buenas fotos panorámicas.

*****

Peco de modo nostálgico en la entrada de hoy, pero la verdad es que esta es una reflexión que he tenido en las repetidas ocasiones que he podido visitar ambas localidades: la sensación de paz, de tranquilidad, de sentirme en un lugar ideal, rodeado de coasters, rides y estructuras que visualmente sorprenden constantemente.

Es difícil de explicar, por lo que espero que las fotos, discretamente, os ayuden a comprenderlo. No todos los parques se dedican a existir en las afueras de una gran ciudad o en medio del campo... algunos de ellos nos regalan, todavía, grandes momentos para el recuerdo. Sirva esta entrada como homenaje a ellos.

Y recordad que en consecuencia a la visita que he hecho estos días al norte de Inglaterra me he traído en la saca una buena cantidad de información sobre Blackpool Pleasure Beach y sobre Camelot Park, por lo que la semana que viene tendréis un menú variado de entradas, empezando por mañana lunes donde analizaré lo que pude ver y las sensaciones que me transmitió la, todavía en obras, Nickelodeon Land, el área temática del parque inglés que pretende competir con las zonas kiddies que últimamente proliferan en todo el mundo.

¿Conseguirá Nickelodeon Land estar a la altura del nivel Europeo? El lunes aquí, en Bloggercoaster.

2 comentarios:

  1. Buf, que recuerdos. El primer apartamento en Rust al que fuimos, en 2008, marcó sin duda un antes y un después en mi manera de ver los parques de atracciones y temáticos. Además fue, si no voy equivocado, el hotel/apartamento más económico de todos los que hemos pisado como Roller Coaster Team. Nos salió a 15€ la noche por persona, regalado. Respecto Blackpool poco que decir... Tener el lift de Pepsi Max a tocar por un lado, el mar delante, y un montón de casetas típicas detrás da una sensación extraña, terriblemente agradable y adictiva. De paraíso y tal. De Apres Parc y la pastelería de "Koffee mit milch" mejor no decir nada ya, que lloro.

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  2. Muy curiosa la entrada, a la par que poco mostrada en este mundillo

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