martes, 27 de agosto de 2013

LaMarcus A. Thompson

Tiempo de inmersión, tiempo de documentación. Es tiempo de echar un interesante vistazo a la historia del mundillo que tanto nos gusta y tanta diversión nos brinda, es el momento de descubrir la vida y hazañas de otra de esas celebridades a las que tenemos que agradecer gran parte de la existencia de algunas de las coasters y rides que existen hoy día en el mundo.

En otras entradas del blog ya tuve ocasión de hablaros de personajes célebres como Werner Stengel, Franz Mack, Richard Rodríguez o John Wardley, todos ellos mitos y leyendas por sus hazañas y su trabajo en pos de un mundo donde se los parques temáticos o de atracciones sean respetados como una industria potencial.

Así pues hoy, en Bloggercoaster, os propongo hablar de otra leyenda que revolucionó la construcción y diseño de las coasters a finales del siglo XIX y principios del XX: LaMarcus A. Thompson.


Vida dedicada a las coasters

LaMarcus Adna Thompson, más conocido simplemente como LaMarcus Thompson nació en 1848 en Jersey (Ohio) en el seno de una família humilde de obreros y carpinteros que le enseñó desde un buen principio los valores principales del esfuerzo y la lucha por formar una vida repleta de trabajo y persistencia.

Como fruto de dicha enseñanza y en los primeros años de su educación en el Hillsdale College de Michigan, Thompson demostró una agilidad mental y un nivel creativo sin paragón que le hicieron descubrir a una edad muy temprana el gran mundo de los inventos, las patentes y la construcción de instrumentos y herramientas que facilitaran la expansión industrial que a finales del siglo XIX vivían los Estados Unidos.

A los 17 años LaMarcus Thompson había ya construído y patentado dos creciones propias: una mantequera (mecanismo que permitía la creación de mantequilla mediante un barrilete soportado en tablones atornillados) y una carreta para bueyes que construyó para un granjero cercano a su vivienda. Es entonces, cuando supo manejar el entresijo de las patentes y la carpintería, cuando Thompson patentó una maquina capaz de hilar las medias el doble de rápido de lo que ya lo hacían las máquinas existentes y con un mecanismo mucho más sencillo.

Portada del folleto presentado por L.A. Thompson para presentar sus productos a los parques

Tras su patente, fabricación y distribución Thompson y su familia se trasladaron y crearon la empresa Eagle Knitting Company en la población de Elkhart (Indiana), donde tuvieron un éxito brutal que hizo que en apenas unos años pudieran disfrutar de una pequeña fortuna. Pero su mente creativa todavía trabajaba al 100% y la presión que ejercía el negocio de la fabricación y venta de medias hizo que el joven creativo acabara en el hospital, diagnosticándole síntomas de estrés y ansiedad. El éxito parecía que había podido con él.

La inspiración en las minas de Pennsylvania

Por entonces está claro que las medicinas o métodos clínicos para solucionar el "mal" de LaMarcus no eran los que existen hoy en día, por lo que el médico recomendó al joven que descansara y una estricta dieta con infusiones naturales.

LaMarcus nunca había estado realmente a favor de la medicina y su mente era por entonces terriblemente inquieta, por lo que emprendió entonces un viaje, legando el éxito de las medias a sus socios más cercanos, que le llevaría a descubrir el estado de Pennsylvania y más concretamente la ciudad que hoy conocemos como Jim Thorpe (llamada por entonces Mauch Chunk). Allí Thompson encontró un gran invento que las minas habían construido a mediados de siglo XIX y que servía para transportar el carbón desde Summit Hill hasta Lehigh River, fue llamado desde su creación la Gravity Road.

La Gravity Road sorteaba diversas colinas en sentido ascendente y posteriormente descendente.

El invento consistía en un carro adaptado a unas vías similares a las del ferrocarril y que, tirado por dos grandes mulas, subía una enorme ladera. En su trayecto ascendente las mulas únicamente debían tirar del carro prácticamente vacío ya que en él viajaban apenas 2 o 3 transportistas que se encargarían de cargarlo hasta arriba en Lehigh River. Una vez arriba y superado un desnivel de decenas de metros, el carro se llenaba dejando lugar a un pequeño compartimento donde las mulas y los tranportistas viajaban ladera abajo llevados por la fuerza de la gravedad (y ayudados por unos poderosos frenos manuales).

La Gravity Road sirvió como reclamo turístico hasta mediados del siglo XX

Este invento caló hondo en la mente creativa de Thompson, que rápidamente ideó una patente que permitía construír laderas artificiales de madera y que mediante un raíl similar al de la Gravity Road llevaría a un número reducido de viajeros a experimentar la velocidad y el descenso gracias a carros sujetos a las vías y equipados con asientos y frenos manuales. Acababa de nacer el embrión de lo que más adelante serían las coasters de madera o woodies.

De Coney Island a los Scenic Railway

En 1884 abría en Coney Island la primera creación de LaMarcus el Gravity Pleasure Switch Back Railway, un credit con un sistema y recorrido bastante primitivo pero efectivo. Dos grandes pabellones de madera se situaban a una distancia de unos 200 metros el uno frente al otro. Entre ellos dos vías paralelas con colinas descendentes y ascendentes (pero siempre bajando la altura desde los 14 metros hasta llegar a nivel del suelo al final de ese trayecto). Al final de cada recorrido una pequeña rampa ascendente tira mediante un cable con gancho del carro doble, una vez llegado de nuevo a los 14 metros del segundo pabellón una curva cerrada posiciona de nuevo el carro listo para recibir viajeros dispuestos a riddear de nuevo el credit.

El Gravity Pleasure Switch Back Railway ofrecía por primera vez sensaciones de velocidad a sus viajeros.

Semejante artilugio tuvo un éxito sin igual y pronto el invento de Thompson se conocía en todo New York y los estados colindantes. Ante tal admiración dos años después el inventor se alió con James A. Griffiths quien le ayudó a diseñar y concebir la creación más exitosa de ambos: el Scenic Railway.

La primera patente registrada por L.A. Thompson para el LA Thompson Switchback Railway

El primero de ellos lo construyeron en el paseo marítimo de Atlantic City (New Jersey) en 1887 y supuso toda una evolución hacia el éxito. Esta vez el recorrido era cerrado y la salida y llegada se hacía en una misma estación, la manera tradicional que conocemos hoy en día. Los trenes salían de la estación y pasaban un largo recorrido de colinas a las que llegaban mediante tracción por cable para luego descender cada vez más rápido y llegar finalmente a la estación de nuevo.

Los primeros credits de circuito cerrado de Thompson fueron los Scenic Railways

Este recorrido se complementaba con creaciones cada vez más complejas de roca artificial, túneles de madera, complejas maquetas movidas por mecanismos y engranajes y, en general, la intención de transportar durante unos minutos al viajero por un mundo en miniatura repleto de curvas, velocidad y bonitos paisajes tradicionales.

El Scenic Railway del Venice Amusement Pier (California) fue el más espectacular y grande jamás construido.

La influencia de Thompson creció como la espuma y los 20 años siguientes se los pasó construyendo y diseñando distintos Scenic Railways, además de otras creaciones más tradicionales, mediante su empresa  L.A.Thompson Scenic Railway Company.

El éxito y su último superviviente

La fama que enseguida adquirió Thompson se extendió no solo por todo USA sino también por una por entonces rica y ostentosa Europa, ávida de construir parques de ocio en las principales capitales con el ánimo de divertir y entretener las clases más altas de la sociedad adinerada por la carrera industrial.

La Oriental Ride fue el Scenic Railway de más presupuesto, construido en una réplica palaciega de oriente.

Thompson construyó así por ejemplo Hochschaubahn en Wiener Prater en 1909 e inmediatamente un año después en 1910 repitió construcción con Luna-Bahn, potenciando la fama del Prater y otorgándole un prestigio reconocido hasta prácticamente llegada la I Guerra Mundial. En la actualidad el parque vienés opera una versión reconstruida en 1950 de aquél primer Hochschaubahn que significa ya hoy día toda una reliquia viviente.


Hochschaubahn en Wiener Prater, reconstruido a mediados de siglo pero con el layout original de 1909

Pero además LaMarcus Thompson también construyó Bergnanan en la Baltic Fair de Malmo (Suecia) y el único credit que todavía hoy sobrevive prácticamente intacto desde entonces: Rutschebanen en Tivoli Gardens (Copenhaguen).

Rutschebanen es el último legado vivo de LaMarcus A. Thompson, todo un tesoro a proteger.

Thompson murió por causas derivadas de su fatiga en 1919 en Long Island (NYC) con el alivio de haber sido padre, directa o indirectamente, de más de 50 coasters, tener en su haber una treintena de patentes y haber creado la Thompson Coasters, una compañía que siguió trabajando en su obra póstuma: Tornado, posteriormente llamado Bobs (Coney Island, 1926), una coaster que perduró durante más de 50 años hasta finales de los 70. Desgraciadamente Thompson Coasters no sobrevivió al desastre económico de 1929 en EEUU y junto a miles de otras empresas florecientes desapareció en el olvido de los estadounidenses.

El último credit impregnado con la esencia de Thompson fue Tornado/Bobs, superviviente hasta los años 70.

*****

Verdaderamente apasionante la vida e historia de LaMarcus Thompson, todo un mito y un referente para otros genios posteriores de la industria que vieron como del nacimiento de una sencilla patente a finales del siglo XIX salía toda una oportunidad creativa que llega hasta nuestros días con empresas como Gravity Group o Great Coasters International.

La intención de la entrada de hoy es dar a conocer dos reliquias que, por suerte, todavía conservamos en nuestro continente: Hochschaubahn en el Wiener Prater y Rutschebanen en Tivoli Gardens. Ambos credits pueden parecer antiguallas sin valor, pero lo cierto es que son leyendas vivas de lo que antaño fue conocida como la edad de oro de las coasters.

Si todavía no os habéis decidido nunca a viajar a Austria o a Dinamarca, aquí os regalo dos motivos más para hacerlo y conocer estos tesoros ocultos que todo buen entusiasta debería riddear una vez en su vida.

5 comentarios:

  1. Ni sabía la existencia de LaMarcus Thomson, pero la verdad es que leyendo esta biografía me doy cuenta de lo que ha aportado a la popularización de las montañas rusas.

    Este tal LaMarcus Thomson sería, en lo que a avances logró en montañas rusas, lo que Nikola Tesla lo fue en avances en la electricidad, por lo que veo...

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  2. Una gran entrada, sin duda, que luchará por el primer puesto de "tu entrada favorita" en futuros concursos. Muy interesante, instructivo, y bien documentado.

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  3. Una entrada fantástica: muy completa y didáctica. Se agradece toda la información aportada!

    Tengo una pregunta: el sistema de "guiado" de los trenes en estas coasters, es el mismo que el de un tren? O sea ruedas con pestañas y ya está? O ya desde el principio contaban con sistemas de seguridad como ruedas laterales,inferiores, etc..?

    La montaña rusa del Monte Igueldo, y la que hubo en el antiguo parque del Casino de la Rabassada (Barcelona), era de este tipo no?

    Saludos!

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  4. Ojala sigas haciendo este tipo de entradas al blog, entretenidas y muy historicas.
    Me encantaría leer historias de evolución de los parques y como una atracción ha ido derivando debido a la tecnología en nuevas obras de arte.
    Un saludo, te lo curras un monton crack!

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  5. Me ha parecido muy curiosa e interesante. Gracias por la aportación

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