sábado, 11 de febrero de 2012

Diario de viaje - EEUU (día 7)


Día 7: Lakemont Park

La historia se repite año tras año desde que el RollerCoaster Team adquirió un tamaño considerable en la cantidad de jornadas necesarias para completar una amplia lista de parques, cada año es necesaria la visita a un parque de menor tamaño o con menor cantidad de trasiego que nos permita hacer una pausa en el camino, un descanso y que, a la vez, nos ayude a completar cierto número de credits en lo que podríamos definir como un "pasaba por allí".

En 2009 en Inglaterra se trató de Lightwater Valley y sus enormes praderas verdes y sus credits específicos, en 2010 convertimos Holiday Park en el ecuador del viaje en el que repostar energías y riddear un par de conocidos credits y el año pasado, en 2011, también decidimos hacer un hueco para un parque de descanso, donde poder recargar las pilas a cambio de un día diferente, más desasosegado: Lakemont Park.

Sin más pretensiones que completar sus escasos credits y descubrir lo que llaman la América profunda, hicimos un alto en el camino en nuestra ruta desde Hershey Park hasta Sandusky, justo una jornada antes de plantarnos ante las puertas del paraíso de las coasters, Cedar Point. Hoy, en Bloggercoaster, hablamos de Lakemont Park, el entrañable parque de atracciones 100% americano.



De Hershey a Altoona

Después del trajín que llevamos el día anterior recorriendo absolutamente todos los rincones de Hershey Park, los miembros del RCT estábamos bastante agotados y estábamos empezando a tirar ya de fuerzas de flaqueza para sobrevivir a la dura tarea de levantarnos a primera hora de la mañana, con los primeros rayos del sol. Así pues la planificación de este séptimo día de ruta la dejamos un poco al azar para, dentro de ciertos parámetros y horarios, darnos la oportunidad de descansar al máximo.

Así pues la hora de levantarse fue aplazada la noche anterior para poder ganar quizás una hora más de sueño revitalizante y el desayuno ese día fue, sin duda, un gran extra. Tras algún que otro incidente a la salida del hotel con respecto a las llaves de cierta maleta (nada realmente importante, no os alarméis), decidimos repostar la gasolina de nuestro coche y, de paso, alimentar más nuestros buches con la intención de economizar el tiempo al máximo en Lakemont Park y evitar tener que hacer una copiosa comida en el parque.

El destino quiso que la gasolinera elegida para ello tuviera una especie de mini-tienda de Dunkin Donuts, por lo que junto a las provisiones que adquirimos en la gasolinera conseguimos realizar uno de los mejores desayunos del viaje. En mi particular caso degusté una lata de medio galón de Rockstar (bebida energética para despertarme), un muffin de queso delicioso, una bolsa de carne de búfalo ahumada y seca (típico snack norteamericano que tuve el placer de comer durante el viaje) y, cómo no, 3 donuts de la caja que veréis en la fotografía a continuación:


Tras esta pausa para repostar estómagos y depósito del coche, dejamos atrás la verde y frondosa región de Hershey sin dejar de conducir a través de los enormes valles que pueblan esta zona de Pennsylvania, repletos de un manto verde de árboles y ríos que recorren las montañas. La verdad es que la calidad paisajística de este lugar me recordó a la espesura de la Fageda d'en Jordà, reputado bosque típico catalán.


Justo en uno de esos valles, donde cualquier población dista a 30 o 40 kilómetros de la siguiente y tras unas horas de imparable viaje, avistamos una curva en la carretera que se ampliaba hacia una especie de pub de carretera, junto a una casa de madera. En este lugar decidimos parar para comprar tabaco (los fumadores del viaje) y respirar aire fresco y quizás tomar una cerveza los no fumadores.

Cuál fue nuestra sorpresa al entrar en el local y, tras ver que se trataba del típico antro recubierto de madera, con jukebox a la antigua, billar, humo en el ambiente, luz pobre y alimentada por bombillas tenues y un ventilador de techo para espantar las moscas, los fumadores decidieron preguntar a la camarera si les podía vender una cajetilla de tabaco.


La respuesta fue otra pregunta: ¿Tenéis las ID-Cards? Ambos, Cirulo y Kivy, se miraron entre sí y acertaron a soltar un escueto "¿sorry?". Tras intentar mostrarle los pasaportes nacionales de los 4 componentes del RCT la mujer fue clara y concisa: sin la ID americana, el símil del DNI español, no podíamos consumir absolutamente NADA en su local. Ni tabaco, ni cerveza. Otra de esas muestras de dureza en la legislatura americana que tuvimos que respetar sin rechistar, abandonando lentos y afligidos el tan carismático lugar.

Instantes después y tras esta desagradable anécdota, arrancamos de nuevo el motor de nuestro vehículo y decidimos aguantar en dirección a Altoona, una ciudad menor escondida entre los bosques y rodeada de carreteras y autopistas interestatales, donde nos esperaba el objetivo de la jornada: Lakemont Park.


Bienvenidos al parque vacío

El concepto de Lakemont Park es muy sencillo: tenéis una extensión de terreno relativamente grande, repleta de césped, algunos árboles y mucha llanura, cercana a un sigiloso río de montaña. Todo esto rodeado de una valla y alimentado por una veintena de rides, a cuál más clásica, sin que las novedades o los ingenios tecnológicos hayan pisado el parque en, al menos, unos 5 o 10 años y donde la coaster más nueva cuenta ya con varias décadas de vida. Todo ello impregnado del más absoluto conservadurismo americano, la idea de que cualquier innovación puede comportar la dificultad y que, por lo tanto, hay que continuar con lo mismo por los años de los años, como la clásica valla publicitaria retro-iluminado de motel de carretera con personalización de texto en la base:


Como es lógico, llegar un viernes más de una semana más a este lugar y pretender encontrarte el parque lleno es como poco, toda una utopía. Así pues el aspecto que ofrecía la entrada del parque, sin llegar a ser desolador, era eso sí bastante inquietante:


He de comentar, a modo de anécdota, que la visita de este día no la hicimos únicamente los 4 miembros del grupo, sino que ese día sumamos varios miembros más a la expedición: un osito de Calle y Elmo, mi acompañante de maleta durante mi viaje. Ellos dieron, en todo momento, el visto bueno a las rides y coasters que pudimos probar durante la jornada, como ya veréis más adelante:


Ni cortos ni perezosos, decidimos atravesar los tornos de acceso adquiriendo nuestra entrada, una pulsera que comprendía poder subir a todas las rides y coasters menos a Leap the Dips, que disfruta de una cuota única por ser la coaster tan importante que es. Para los más despistados, un gran cartel en la entrada anunciaba las cuotas del día:


Lo primero que choca de este parque, y de paso muestra lo reducido de su importancia y dimensiones, es el hecho de que no tiene mapas o folletos propios que uno pueda adquirir para seguir el recorrido de sus viales. Simplemente a lo largo de sus instalaciones podemos ir siguiendo un par de grandes paneles informativos donde, mediante un gran mapa, se nos muestra la totalidad de rincones a explorar:


Antes de pasar a explicar una por una las rides y coasters con las que nos encontramos, vale la pena hacer una mención especial a la gran porción de terreno que ocupa el mini-golf del parque, situado justo entre la entrada y la zona baja donde se encuentran la mayoría de las atracciones mecánicas, puestos de snacks y restaurante:


La noria infernal y la coaster centenaria

He de confesarlo: nunca creí encontrar, en todos los parques que me quedan por visitar, un instrumento de tortura humana tan bizarro como el que os voy a mostrar a continuación. Su nombre es Skydiver y probablemente estemos hablando de una de las flats más inseguras (por lo menos en apariencia) e incómodas de la historia.


Os he de ser sincero: yo no quise riddearla. Quizás la mezcla de inseguridad, miedo o quizás el hecho de que quedaba por delante todo un día repleto de emociones por vivir, no quise estropearlo con un mareo o un malestar innecesario, por lo que concedí el placer de hacerlo a Calle y Cilulo que, juntos, encajaron en una de las góndolas de esta máquina giratoria.


El concepto es el que veis en la fotografía: tomad una noria normal y corriente y equipadla con unas góndolas que sólo permiten un eje central con giro lateral. Es decir, una vez en ella sólo puedes girar a la izquierda o la derecha, pero nunca hacia adelante o hacia atrás (como sí giran las góndolas de noria normales). Para entenderlo mejor, y de la misma manera que hice con Tild-A-Whirl en Hershey Park, he decidido subir un video en Youtube que ilustra a la perfección semejante tortura física. Especial atención a los gritos de los dos valientes integrantes del RCT:



Tras recoger las apocalípticas impresiones de los dos mareados integrantes del grupo, decidimos proseguir con la ruta circular que describimos del parque, pasando eso sí por delante de rides tan universales y clásicas como las típicas sillas giratorias:


Y tras recorrer un centenar de metros, nos dimos de bruces con el gran objetivo de este parque, fruto del cual surgió el análisis que hice este mismo lunes aquí en Bloggercoaster: Leap the Dips.

Poco más os puedo comentar de esta clásica woodie, sólo que tuvimos absolutamente todo el tiempo del mundo para podernos fotografiar montados en estos robustos trenes de madera. Fotografías como esta acreditan lo que digo (nótese la comodidad de nuestras vestimentas ese día: camisetas, pantalones cómodos y mucha holgura):


Por cierto, os he avisado antes, Elmo certifica que esta coaster es de su agrado y os recomienda a todos riddearla al menos una vez en vuestra vida:


Festival de flats y madera oldschool

Siguiendo los alrededores de Leap the Dips, ya en el extremo más alejado de la entrada, encontramos otro credit que, para qué nos vamos a engañar, va acorde con Skydiver en el sentido de que forma parte de esta extraña sala de torturas llamada Lakemont Park: Toboggan.


No os voy a explicar demasiado sobre esta coaster aquí ya que mi intención es analizarla a fondo en una entrada aparte, como hice el lunes con Leap the Dips. Pero es lo que veis: un enorme tubo que cubre un lift completamente vertical (ríete tú de las eurofighters), una salida al exterior, un seguido de espirales descendentes con cierto peralte y una recepción, en la parte inferior, bastante dolorosa en forma de tres indeseados y dolorosos airtimes.

Repito, dedicaré una entrada entera a explicaros al detalle de qué va Toboggan, puesto que es una de las cosas más raras que he podido montar en toda mi vida y, tristemente, dudo que pueda volver a riddear algo así jamás.

En este lugar del parque se abría una calle bastante amplia que comprendía, a lado y lado del amplio vial, una galería bastante atractiva de flats puramente mecánicas, sin un ápice de theming, a chapa, cable, pistones y hidráulicos vistos.

Más o menos en este orden podíamos encontrar la spinning-flat Octopus:


A su lado otro clásico de spinning-flat llamado esta vez Scrambler:


Y completando el lateral izquierdo de la calle encontramos un viejo conocido que, en esta ocasión, ni siquiera cambia de nombre. Se trata de Tilt-A-Whirl:


Al otro lado de la calle encontramos, justo al lado de Toboggan, otras dos clásicas flats más propias quizás de ferias que de parques de atracciones hoy en día. Son Twister y Round-Up:


Decidimos no perder demasiado tiempo en una serie de flats que, sinceramente, ya habíamos podido probar todos en su totalidad en algún que otro parque o, en un futuro no muy lejano (Cedar Point) íbamos a poder probar con más calma. Quedaban 2 credits más por completar y el día empezaba a llegar a su ecuador.

Así que continuando por el vial que recorría el perímetro ovalado del parque pasamos por delante de otra clásica ride de todo parque rodeado por naturaleza que se precie: Tin Lizzy Antique Autos. Una clásica atracción de paseo consistente en una serie de coches de época encarrilados en carreteras sinuosas de cemento y de los cuales sólo tenemos el control de su velocidad ya que no pueden en ningún caso salir del recorrido establecido. Obviamente, tampoco se nos ocurrió montar aquí:


Pero lo que sí vimos tras la arboleda que cubría el lugar es una estructura emergente, con un color blanco gastado y un layout clásico, pero a la vez atractivo. Skyliner nos daba la bienvenida y nosotros, como no podíamos decir que no, estábamos dispuestos a dejarnos llevar por sus alocados trenes de woodie antigua:


Esta coaster podría equipararse por completo a Comet, en Hershey Park, sólo que con algunos trabajos de conservación y mantenimiento menos, pero sin envidiar un completo layout repleto de airtimes, mini-drops y curvas con cierto nivel de peralte.



Un divertido credit facturado por Philadelphia Toboggan Coasters que data de 1960 aunque fue en 1984 (justo el año en que servidor vino a este mundo) cuando se trasladó y remontó en Lakemont Park, perdiendo por el camino uno de sus dos trenes.

Con un clásico layout de out&back y un par de camelbacks inesperados en su parte trasera, Skyliner se convirtió, en el momento en que la riddeamos, en la gran coaster del parque, una total desconocida que nos impregnó con su esencia oldschool y el crujir de sus soportes al paso de los pesados trenes.

Cómo no, Elmo da el visto bueno a esta estructura y debéis saber que la riddeó también, como todo un campeón. Fue su primer credit, ¡está hecho todo un campeón!:


La kiddie maldita y la comida de titanes

Justo frente a Tin Lizzy Antique Autos y después de riddear Skyliner, decidimos completar el último credit de este parque, un mero trámite ya que se debía a una más que vomitiva kiddie custom, de las que pueblan multitud de pueblos, ferias y pequeños parques en EEUU. Se trata de Little Leaper que, en un atisbo de ingenio supremo, convierte el nombre del modelo original (Little Dipper) en algo más personal del parque que empieza también por las letra L.



El modelo Little Dipper, gran desconocido de los parques europeos, data de los años 40 y ha visto como, con diversas empresas, ha ido poblando las regiones norteamericanas hasta llegar a la cifra de 98 credits de similares características (algunos de ellos incluso recolocados hoy día).

El problema en esta ocasión, totalmente inesperado por nosotros, es que Lakemont Park se había sacado de la manga una restricción por corpulencia, esto es el clásico "si eres un adulto no puedes montar, pero si montas con un niño sí".



Como consecuencia, nos fue totalmente imposible riddear este credit ya que nosotros eramos 4 y en los alrededores ni siquiera había niños y, los pocos que había, permanecían al lado de sus atentos y conservadores padres que, como encontraréis lógico, no dejarán que sus retoños se acerquen a dos veinteañeros con pintas veraniegas y alegres. En conclusión: nos quedamos sin otro credit en el viaje. Sumadle más rabia al tratarse de una kiddie, una coaster que jamás de la vida debería presentar problemas y que, por lo irónico del tema, suelen ser los credits que más problemas conllevan en una visita a parques lejanos.

Abatidos por tan ridícula situación, decidimos bordear el tramo de vial que nos quedaba por completar, observando de cerca un grupo de 6 o 7 pequeñas flats para los más pequeños en un rincón que el propio parque llama Kiddie Land.

Aunque no me voy a dedicar a explicar una por una estas diminutas atracciones, hay que hacer mención especial a la noria (desde la cual estuve a muy poco de subirme para poder extraer suculentas fotografías semi-aéreas del parque):


Así como al basto ejército de spinning-rides familiares repartidas por todo el lugar, como esta clásica rocket-ride con góndolas con movimiento vertical hidráulico a modo de particulares cohetes:


El lugar lo completaban los míticos carrouseles, una spinning ride con canoas sobre un canal acuático o un circuito de camiones de Zamperla, que por el aspecto impoluto que presentaba parecía ser la ride más nueva de la que disponía el parque.

Salidos de este auténtico laberinto de carpas de plástico de colores y niños en la misma proporción, decidimos en consenso que un día tan tranquilo y relajado bien podía merecer una buena comilona acorde con el país en el que estábamos.

Así que ni cortos ni perezosos nos dirigimos a The Dog Pound o, como también parecía llamarse, Coaster Café:


Este pequeño restaurante fast-food, situado justo enfrente de Leap the Dips, presentaba una peculiar forma circular que permitía, mediante varias ventanillas distribuidas en sus laterales, pedir una variedad bastante razonable de comida.

En mi caso la adquisición fue un ligero pero altamente apetitoso hot-dog con medio litro de refrescante Cocacola, que Elmo también quiso probar debido a su naturaleza curiosa:


En el caso de Kivy, por ejemplo, el objeto a degustar en esta particular cata fue... ¿cómo decirlo? Raro. Se trata de una especie de pincho de hot-dog literalmente rebozado con una capa de masa de harina frita en freidora industrial. Durante el viaje a EEUU descubrimos que este invento es bastante popular en todos los parques americanos y que se equipararía a las pizzas o los bocadillos en España:


Tras reponer fuerzas a base de comida, decidimos cumplir con otra de las tradiciones más míticas del RollerCoaster Team y que se viene cumpliendo desde 5 años atrás: jugar un par de partidas al UNO.


Decidimos reposar bien la comida a base de cartas, risas, anécdotas y comentarios jocosos para, en cierta manera, despedir un parque que nos había acogido con sus mejores maneras e intenciones y que se nos quedaría grabado en la mente por lo entrañable de sus instalaciones.

Tras unos minutos de cigarrillo para los fumadores, emprendimos el siempre triste camino hacia la salida del parque, no sin antes comprobar que éste concede el permiso a sus visitantes de traer comida al recinto y degustarla bajo generosos porches de madera situados en el centro del recinto:


Y tras salir de nuevo por los tornos de la entrada, observamos ya con cierta nostalgia la señal que nos indicó que el objetivo primordial del viaje había sido cumplido.

Sí, el RollerCoaster Team había estado en uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo, además de haber riddeado el credit más antiguo todavía operativo:


Un largo viaje hasta Sandusky

Desde que dejamos atrás Lakemont Park decidimos no cesar la conducción del coche hasta llegar a las inmediaciones de Cedar Point, en Sandusky.

Para ello, tuvimos que atravesar lo que nos quedaba del estado de Pennsylvania y acceder, por el este, a Ohio, cuna de las woodies y los parques de atracciones más conocidos. En esta particular ruta se nos hizo de noche y despedimos el día, no sin antes atravesar la famosa ciudad de Pittsburg y viendo uno de los elementos más característicos de la ciudad, sus puentes:


Y puentes...


Y más puentes...


Para entrar finalmente en un kilométrico túnel que atraviesa la ciudad de manera subterránea:


Y nos conducía a los excelentes paisajes genuinamente americanos:


Nos quedaba por delante la etapa más dura del viaje, el hueso más apetitoso, el auténtico tesoro norteamericano en cuestión de parques de atracciones y coasters. Llegamos de noche y no pudimos disfrutar del ERT que se nos brindaba al adquirir el pase de temporada que sí adquirimos al día siguiente a primera hora, pero lo sabíamos, lo teníamos en cuenta: estábamos más cerca que nunca de Cedar Point y sus 17 credits dorados.

*****

Y hasta aquí el largo episodio de hoy en lo referente a esta apasionante saga del viaje que realizamos, en 2011, el RollerCoaster Team a lo más profundo de EEUU.

Dejamos atrás en Lakemont Park credits entrañables, auténticas piezas de coleccionista y estructuras totalmente desconocidas por nosotros hasta el momento, por lo que personalmente siento bastante nostalgia al recordar con estas fotografías estos tan divertidos y amenos momentos acompañado de mis mejores amigos.

Os dejo indexados a continuación, los capítulos anteriores de este particular análisis viajero:
Espero que disfrutéis con estas recomendadas entregas tanto como disfruté yo en su día visitando estos parques y nos vemos en la siguiente entrega de la saga que, recordad, ¡ya será Cedar Point!

2 comentarios:

  1. Recuerdo que una atracción idéntica a Toboggan vino durante dos años seguidos a las ferias y fiestas de mi ciudad. Yo aún era pequeña y no me atreví a montar, pero siempre me he preguntado cómo sería. Por eso, espero con impaciencia tu análisis detallado :)

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  2. Del Skydiver falta decir que despues, cuando creias que ya habias muerto, paran la noria y empieza a ir para atrás xD Y el video está cortado justo en el punto en que cogí el volante y empezamos a girar lateralmente sin parar hasta tal punto que empezamos a colocar la gondola de manera que no hiciera inversiones para no potar xDDD

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