domingo, 5 de octubre de 2014

Joyas inesperadas (parte 3)

Encaramos ya la recta final de esta miniserie en la que os he mostrado a grandes rasgos los hallazgos más curiosos y sorprendentes de coasters y rides que he experimentado en estos últimos años de viaje en viaje y a lo largo de decenas de parques descubiertos.

Como recordaréis, las joyas inesperadas o hidden gems son aquellos credits/rides que, para sorpresa del viajero, se presentan en mitad de la jornada y se convierten rápidamente en favoritas, lejos de las que parecían que iban a ser las grandes estrellas de nuestra visita a un parque. Generalmente son atracciones infravaloradas o ensombrecidas por el añadido, a posteriori, de una gran ride o coaster que eclipsa por completo su grandeza.

Dicho esto hoy, en Bloggercoaster, escribimos el punto y final (o no) de una sección cargada de recuerdos, de placenteras sensaciones y de un poco de arqueología coasteril. Hoy descubrimos las últimas 9 joyas de mi saco particular de los tesoros.


Lisebergbanan
(Liseberg)

Por muy sorprendente que parezca sí, Lisebergbanan se ajusta a la perfección a la definición de joya inesperada (en el caso de que no nos hayamos estudiado a fondo el parque o que no tengamos vistos el 100% de los point-of-views existentes en Youtube).

Me refiero a que sí, a ti, park-freak experimentado, te será familiar y quizás incluso la adores, pero para el público general Lisebergbanan es un bombón exclusivo encontrado en mitad de un parque al que quizás se acudía por la cacareada Balder o la novísima Helix. Y aún así Lisebergbanan fue, es y será la coaster favorita de Anton Schwarzkopf y, creedme, si un constructor de coasters alemán de la talla de herr Anton se atreve a decir qué coaster es su favorita, bien debe merecer probarla una vez en esta vida:


¿Por qué es imprescindible?

Por todo en absoluto. Porque pone los puntos sobre las ies, porque es rompedora, veloz, impredecible y con toneladas y toneladas de diversión metro a metro de su suavísimo recorrido. Porque parece mentira que por muchos años que transcurran su layout siga aguantando sin descanso un nivel tan altísimo de calidad y de precisión. Y sobretodo: porque no todos los días una locomotora toca su silbato para anunciar nuestra salida de la estación.

Joyride
(Powerland)

No hace mucho que os hablé de ella, concretamente a través de las bitácoras desde Finlandia, en la jornada en la que recorrí medio país para situarme en pleno Powerland. Desconocía por completo los trabajos de L&T Systems y carecía de referencias fiables más allá de ser una empresa experta en "inspirarse" en otras empresas (algo así como una Golden Horse a la italiana). Pero Joyride me abrió los ojos por completo, me demostró que en un layout sencillo puede hallarse lo más básico, las fuerzas G justas, la velocidad bien medida y el minimalismo coasteril que hace que podamos repetir una y otra vez sin apenas descansar entre ciclo y ciclo:


¿Por qué es imprescindible?

Porque pese a carecer por completo de puntos críticos de intensidad o elevados picos de velocidad nos ofrece una paleta justa y bien medida de ambos conceptos, sin exagerar y sin pretender cubrir gran extensión de terreno. Recuerda muchísimo, como creo que dije en su día, a las intenciones del mencionado Schwarzkopf en los diseños transportables en los que las vías, los soportes y la estación se conjugaban para formar un todo.

Spatiale Expérience
(Nigloland)

El objetivo principal era Alpina Blitz, no nos vamos a engañar, pero dando razón a la definición de esta particular serie de entradas, Spatiale Expérience resultó ser la joya inesperada del parque. Una coaster indoor de Mack Rides (¿serán las indoor espaciales el fetiche particular de quien os escribe?) introducida en el interior de un gigantesco edificio de diseño, con una banda sonora altamente competente y con la sensación de que el nudo de raíles y soportes que hay en su interior serían el decapitador perfecto para un jugador de baloncesto que la quisiera riddear:


¿Por qué es imprescindible?

Porque como (casi) todas las indoor ofrece un punto de conservación extra al ciclado diario de este tipo de coasters: los raíles no sufren constantes cambios de temperatura, no reciben agua o nieve, no soportan rachas de viento y lo único que pueden llegar a acumular es apenas un poco de polvo, por lo que la conservación de las vías es prácticamente perfecta por muchos años que pasen. Eso hace que incluso una coaster sencilla y sin demasiadas medidas arriesgadas se convierta en toda una degustación de cómo recorrer 800 metros de layout embutidos dentro de una nave de cemento y acero.

Dark Knight
(SixFlags Great Adventure)

Posiblemente sea el primer caso (y uno de los pocos) en los que la joya inesperada no es la coaster en sí, sino todos los elementos que el parque crea para otorgarle el valor añadido. En Dark Knight nos topamos con una simple wild mouse de Mack (perfección) Rides facturada en 2008 y con una serie de salas de pre-shows, zonas de colas, cargas, interactuación con el público y demás ingredientes que la convierten en una de las wild mouse más tematizadas del mundo, sin lugar a dudas:


¿Por qué es imprescindible?

Porque es capaz, sin pretender absolutamente nada, de ofrecernos toda una historia, todo un planteamiento, un nudo y un desenlace (relacionado con el murciélago más famoso del cómic norteamericano) y descubrirnos tecnologías que hace apenas unos años estuvieron en boca de todos, como es el reconocimiento facial para usar nuestros rostros a lo largo de varios pasajes de la coaster o del photo-ride. Una inteligentísima manera de revalorar algo a lo que casi nadie le daría valor hoy en día.

Karavanen
(Tivoli Gardens)

Todavía hoy en día mucha gente me lo sigue preguntando: siendo una modelo tivoli de Zierer ¿es realmente Karavanen un credit imprescindible si visitamos Tivoli Gardens? Bien, os seré sincero: no. Al fin y al cabo lo único que vale la pena de esta discreta pero coqueta kiddie-coaster es una simple curva, un simple tramo del layout, apenas un par de segundos, unos metros de raíl. Pero el hecho de repetir ese tramo durante vueltas y más vueltas a lo largo de nuestro ciclo hace que cada vez esperemos con más ahínco la llegada de ese tramo en particular:


¿Por qué es imprescindible?

Por esa maldita curva. Lo dije en su día y vuelvo a hacer hincapié en ello: si GCI se dedicara a trabajar en una kiddie de acero (que sería como decir que Shambhala no tendrá más rollbacks) las últimas curvas del supuesto layout tendrían sin duda la misma esencia de esta maldita curva de Karavanen.

¿Visitaréis Tivoli Gardens? Bien. ¿Riddearéis Karavanen? Bien. ¿Os decepcionará y me odiaréis por ello? Posiblemente, pero podría apostar fuerte a que quizás eso no llegue a ocurrir...

Scratch
(Walibi Rhônes Alps)

Walibi Rhône-Alpes, un parque totalmente de paso, objetivo principal de muy pocos viajes y parque castigado por el gran público al olvido eterno. Y dentro de ese particular infierno a la hora de plantear inversiones o mejoras para el gran público sobrevive, como lo hacía la Galia en Asterix y Obelix, un excelente credit diminuto, sencillo y lo más sorprendente: de Zamperla.

Sí sí, parecía que la proporción de genialidad comercial y de técnicas agresivas de venta de kiddie rides de la compañía italiana con respecto a su mediocricidad a la hora de construir coasters estaba ciertamente desproporcionada, pero de repente uno prueba semejante caramelo y no tiene más que cerrar la boca y aplaudir:


¿Por qué es imprescindible?

Porque es flotar en el aire. Ni una vibración, ni un pequeño toque, ni siquiera pequeñas marcas del rodaje. Este credit es de 2002 y os puedo asegurar que si llevárais los ojos vendados durante el recorrido no sabríais si estáis quietos o en movimiento. Suavidad extrema, quizás demasiado extrema, que hacen que de repente uno se pregunte cómo puede ser que teniendo coasters así Zamperla sea capaz de vender engendros como sus clónicas volare...

Große Geisterbahn
(Wiener Prater)

Palabras mayores, señores y señoras. Olvidad la costosa construcción de una máquina del tiempo (a la par de ser una tarea imposible a día de hoy), con una simple visita al Wiener Prater de Viena os aseguro que viajaréis en tan solo unos segundos por distintas épocas del siglo pasado a bordo de una de las dark rides más impactantes que he probado jamás.

Großhe Geisterbahn es una auténtica orgía de nostalgia, paso del tiempo, raíles de incierta dirección y efectos que sorprendieron a pequeños y mayores durante décadas y que (aquí viene el porqué es una joya) serían capaces de sorprenderos a todos por igual todavía hoy en día:


¿Por qué es imprescindible?

Porque atesora una colección de efectos visuales y una dinámica de recorrido digna de las mejores dark rides que os podáis imaginar. El hecho de que los laterales de los trenes estén equipados con una rejilla ya nos da a entender que las cosas que van a ocurrir en el interior de este misterioso edificio de cemento decrépito y tematizado no van a ser de un calibre normal. Un consejo: agarráos bien a la barra de seguridad...

Vertigo
(Zoomarine)

Y me puedo referir a Vertigo en Zoomarine (Italia) como podría hacerlo a Thunder Loop en Attractiepark Slagharen (Holanda). Tanto monta, monta tanto. De nuevo Anton Schwarzkopf saca la cabeza a la hora de dar ejemplo con la suavidad y sencillez de un recorrido más o menos compacto y nos encontramos con el modelo looping star, digno de ser analizado en las mejores aulas de ingeniería por conseguir en apenas unos centenares de metros que experimentemos absolutamente todo y, es más, riza todavía más el rizo al añadir una inversión a todo el asunto:


¿Por qué es imprescindible?

Porque si el modelo looping star no existiera habría que inventarlo. Con una leve dosis de casi 600 metros nos topamos con un drop vertiginoso, un amplio y suave loop, varias curvas peraltadas de nivel, varios twisties, multitud de pasos a través de atrevidos puntos de choque y, como viene siendo marca de la casa, un frenado progresivo digno de aplauso. Vertigo o Thunderloop, elegid la que queráis, os puedo asegurar que querréis ahorrar para plantar una en el jardín trasero de vuestra casa. Una delicatessen que jamás deberíais dejar escapar (Parque de Atracciones de Madrid, ¿por qué?).

Wild West Adventure
(Attractiepark Slagharen)

Y si antes hablamos de este parque de atracciones holandés (de reciente visita) antes vuelve a aparecer, para cerrar la lista. Pero la rareza que os voy a mostrar bien merece la pena.

Hasta hoy había podido riddear una dark-ride en forma de flume, había podido hacerlo a bordo de una barca de splash, lo había hecho a bordo de cabinas con forma de concha o incluso en carretillas de mina, pero lo que nunca había hecho y jamás pensé que fuera posible es riddear una dark-ride en barcas de rápidos. Sí sí, Wild West Adventure son unos rápidos disfrazados (magistralmente) de dark ride inspirada en el lejano oeste:


¿Por qué es imprescindible?

Porque es única por completo. Decidme sino qué cara se os quedaría si al salir de una estación de carga de unos rápidos veis que de repente no son tan rápidos, más adelante empiezan a aparecer animatronics, más adelante empieza a cubrirse todo de roca tematizada y los dioramas aparecen a diestro y siniestro. Todo ello bajo una carpa esférica de tamaño descomunal y lo mejor: con una climatización y una higiene brutal que hace que no haya olores de humedad, temperaturas de sauna o molestos mosquitos. Attractiepark Slagharen, me quito el sombrero.

*****

Y aquí concluye esta tercera parte que cierra también este ciclo de 3 entradas en las que nos hemos movido por 25 credits y rides que deberían estar (si no lo están ya) en la lista de obligatorias de todo buen entusiasta que se precie.

Es quizás este tipo de entradas las que demuestran que no todo se resume en tener un top 10 flamante repleto hasta la saciedad de carísimos proyectos multimillonarios. Todos sabemos ya lo buena que es The Mummy, Expedition GeForce o El Toro. A estas alturas del juego ya nos cabe ni siquiera un ápice de dudas, pero no siempre vamos a tener la disponibilidad temporal o el dinero para poder visitar lo más de lo más y, en algunas ocasiones, lo más oculto o desconocido de un parque puede esconder, tras un poco de "arqueología parqueril", una preciosa joya inesperada.

1 comentario:

  1. Hasta ahora no había tenido tiempo de leer las entradas de joyas inesperadas, pero me han encantado. Me recuerdan a mi cara al salir del preshow de Phantom Manor en París ya que no sabía nada de la sala que desciende. Totalmente inesperado.

    Eso sí, ¿para cuándo una entrada dedicada a Schwarzkopf? ;)

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