martes, 15 de octubre de 2013

A fondo: Bakken (parte 3)

Después de este pequeño paréntesis en la escritura de entradas para el blog, he decidido volver a recuperar el ritmo y ponerme manos a la obra para acabar de analizar detalle a detalle la totalidad de rides y coasters que podemos encontrar en el anciano Bakken.

Recordad que en la primera entrada os lo presenté y pudimos empezar a visitar una de sus pobladas calles y en la segunda entrada llegamos hasta sus límites y empezamos a rodearlo viendo que la cantidad de restaurantes y edificios de servicios en su interior eran casi incontables.

Hoy, en Bloggercoaster, acabaré de dar la vuelta al parque más antiguo del mundo y os explicaré las sorpresas que nos quedan por encontrar, viendo la magia que puede llegar a esconder el enigmático Bakken de Dinamarca.


La avenida de las nuevas generaciones

Nos quedamos en la última entrada justo a las puertas de Rutschebanen, la mítica woodie que antaño tuvo el característico elemento del brake-man como controlador de trenes y que hoy en día sobrevive, año tras año, al trasiego de los visitantes del parque. Aunque lo habíamos visto tímidamente y de refilón, en esta avenida transversal que atraviesa por completo y de lado a lado el parque, localizamos un montón de puestecitos y pequeños restaurantes de snacks, incluyendo unos sabrosos churros:


Supongo que si habéis pisado algún que otro país europeo sabréis que los churros no son desconocidos, sobretodo en puestos de venta ambulantes e incluso en locales de restauración. Por lo tanto, Dinamarca tampoco se libra de poder degustar semejante manjar tan clásico de nuestra geografía.

Justo en esta calle localizamos también uno de los bares más famosos del parque, no famoso por sus platos, ni por su estética (por lo menos parcialmente), sino por algo tan básico como su oferta. Se trata del 25'eren, famoso porque todo lo que se sirve allí cuesta exactamente lo mismo, 25 coronas danesas:


O lo que es lo mismo, poco más de 3 euros. La lista de platos y platillos disponibles es inmensa, llegando a servir más de 50 especialidades culinarias de todo tipo pero eso sí, siempre a 25 coronas. Bienvenidos a la singularidad. Justo al lado de 25'eren encontramos (o retomamos) el recorrido con Safari, que como recordaréis de la primera parte del análisis, es la dark ride ambientada en la sabana africana.

Lo que de repente llama la atención y nos hace volver hacia atrás son gritos, muchos gritos. Y un sonido característico, muy intenso, como si de un latigazo se tratara. Nos situamos delante y vemos pasar objetos enormes a una velocidad inusual... y no solo eso, sino que encima dan vueltas. Efectivamente, no estamos ante una coaster desconocida ya que se trata de la mítica Tornado:


La analizaré con calma en una entrada dedicada a las coasters del parque, pero desde YA mismo os puedo asegurar que Tornado entra de lleno en esa cada vez más poblada lista de coasters que te pueden ofrecer un sinfín de diversión a la vez que partirte el espinazo de un giro. Dolorosamente intensa.

Junto a la mareante Tornado encontramos la última adquisición del parque en cuestión de novedades, situada en un espacio algo más desahogado y que deja respirar a la vista, encontramos VandKanonen, o la splash battle que ofrece Bakken a sus atrevidos visitantes ávidos de agua y remojo gratuito:


Pese a que a día de hoy sólo he podido encontrar un proyecto similar que me convenza en el theming y en la lógica de su creación (y se trata de Whale Adventure de Europa Park), no me pareció una mala resolución para un parque con tintes tan tradicionales y tan poco dado a la novedad visual. Esta ride acuática, junto a la presencia de Tornado, convierten este rincón del parque en aquél rincón que cualquier parque de nueva generación podría contener.

Obviamente no nos debemos olvidar de los locales de juegos y puestos de feria porque en esta parte del parque vuelven a poseer casi la totalidad de las calles. Empezando por el lujoso Monaco:


Continuando por un exótico Aladdin:


Y siguiendo por el tradicional Slangebossen:


Todos ellos situados estratégicamente para recaudar dinero a raudales. ¿El porqué aquí? Muy sencillo: en esta parte del parque el consumidor tiene adrenalina y afán de consumismo a unos niveles rebosantes (la adrenalina viene potenciada por todas las rides excitantes presentes en el lugar y el afán de consumismo es producto de el incremento de las endorfina, substancia liberada por el cuerpo humano tras ingerir comida picante o dulce, el incremento de adrenalina o el ejercicio físico).

Tras este breve kit-kat, vale la pena también nombrar la presencia de un clásico entre clásicos que no habíamos visto hasta ahora y que (creo) merecería un poco más de protagonismo en un parque con tanta tradición. Hablo de Hestekarrusellen o lo que es lo mismo, el carrusel del parque:


Vistos todos estos locales, volvemos a situarnos frente a la novedosa splash battle VandKanonen para recorrer una de las grandes avenidas que nos llevará al extremo más cercano a la salida que va a dar al aparcamiento de Bakken. Como podéis ver, la cantidad de pequeños edificios y puestos se agolpa resultando una única y enorme pared de luces, carteles y letreros vistosos:


El de Bakkens Hvile pertenece a un pequeño show de revista que se realiza una vez al día en su interior y al que hay que acceder previo pago de una cantidad simbólica. En él podremos ver números de baile y comedia al estilo más tradicional. Junto a este curioso concepto encontramos Jumbo e Ildkuglen, puestecitos donde podemos jugarnos unas coronas en la búsqueda de ganar algún premio, peluche o chocolatina.

La esquina kiddie

Nos adentramos a continuación, siguiendo esta vistosa avenida, en el que creo que es el rincón más infantil de todo el parque, una zona plagada de coches de bebé, familias agolpadas en las vallas de contención observando como sus retoños disfrutan de los ciclos y madres y padres sonrientes ante tal exceso de felicidad artificiosa. Pese a todo, lo primero con lo que nos encontramos en este lateral del parque es Radiobilerne, una curiosa pista de bumper cars que tiene la particularidad de estar tematizada en su interior (aunque con no demasiada fortuna) inspirada en el mundo de los piratas y las civilizaciones antiguas:


El detalle del theming es mínimo, eso sí. Como podéis observar la fachada no demuestra absolutamente nada, pero si echamos un vistazo al interior, podremos ver una serie de elementos temáticos al fondo de la pista, tales como estatuas o pequeñas estructuras de atrezzo:


Justo enfrente y situada tras la splash battle, completando un trío de rides en isleta, localizamos AfroKopperne, que viene a ser la clásica spin-ride de las tazas giratorias aunque en esta ocasión tematizada en la áfrica colonial convirtiendo las tazas en calderas y a nosotros en desafortunados exploradores:


Y junto a ella podemos localizar otro clásico, aunque en esta ocasión deslucido por el hecho de prácticamente no tener theming en su recorrido. Se trata de Jeepen, una ride de transporte evidentemente kiddie que nos llevará por un recorrido sinuoso a través de un triste intento de jungla:


Junto a los bumper cars de Radiobilerne encontramos otro de esos restaurantes que quizás no llamen la atención tanto por su comida como por la exótica estética de su exterior. Hablo de La Collina, que pese a que no nos diga nada por su nombre, nos lo dirá efectivamente su fachada:


Un mexicano, evidentemente. Complementando la esquina que forma en este punto el restaurante La Collina podemos encontrar también otro de esos clásicos en los parques de más de 50 o 60 años, un juego que estoy seguro que en su día cautivó a la gente y que quizás hoy ya no goza de tanta fama, me refiero a Golfbane, la caseta donde podemos ganar premios a golpe de palo de golf:


Continuando el recorrido nos encontramos con otros dos puestos bastante dignos de mención. En primer lugar encontramos el Fald Grubben, el mítico payaso al que podemos derribar y tirar al agua con nuestra puntería y destreza, os hablé de él ya en otra entrada de Bloggercoaster. Al lado localizamos la clásica caseta de pesca de patos (concepto que todavía a día de hoy se me escapa de la lógica) que en esta ocasión ofrece una pista de agua llena de patitos de goma bastante grande para lo que se suele encontrar normalmente. ¿Su nombre? Gadekaeret y este es su aspecto:


Tras este binomio de diversión, destreza y, para qué engañarnos, extracción de monedas del bolsillo, vemos otra demostración de que los parques más antiguos y repletos de rides saben aprovechar y economizar el espacio hasta niveles insospechados.

En primer lugar vemos una noria kiddie llamada Bornepariserhjulet, de las más clásicas, de esas que miden apenas 4 o 5 metros de altura y que sirve para que los más pequeños de la casa aprendan sobre la mecánica y la elevación a base de dar vueltas y más vueltas. Pero vemos una característica que la hace única: esta elevada a otros 4 o 5 metros del nivel del suelo y situada sobre una estructura metálica:


¿Porqué? (os preguntaréis). Bien... quizás la siguiente fotografía donde podemos ver dicha estructura de lado os muestre una pequeña y casi imperceptible pista:


¿Lo veis? Observad un poco en la base de la noria, ¿veis algo que pasa veloz y a ras de suelo? ¡Efectivamente! Se trata de Mariehonen, la coaster más kiddie del parque, una Zierer que data de principios de los 80:


Realmente es espectacular el aprovechamiento del espacio y de los huecos que podemos ver en este rincón, donde una noria en miniatura sobre una plataforma metálica enorme, una coaster kiddie y varios árboles de una veintena de metros de altura conviven en armonía y encajan a la perfección. Como viene siendo costumbre, hablaré de Mariehonen en la entrada donde os analizaré uno a uno los credits de este parque.

Un último coletazo acuático

Nos acercamos al límite del parque y producto de ello localizamos los últimos locales (o primeros, según se mire) donde podemos comer o picotear algo. En este caso el bar-restaurante que nos encontramos frente a la kiddie del parque es Elverdybet, un surrealista y colorista espacio repleto de comida grasienta, aquí el espacio:


Y una breve observación. Fijaos que es un local con temática propia y es que la comida que podemos localizar en Elverdybet es principalmente parrillas y carnes cocinadas ahí mismo sobre planchas y brasas puestas para dicho propósito. En la zona más baja de la barra podemos ver un comité de demonios y personajes al rojo vivo mientras que en el techo podemos ver una fina pero visible capa de césped que representa la tierra (coronada por una bandera danesa, cómo no). Lo cual quiere decirnos que si comemos en Elverdybet estaremos comiendo carne cocinada en el mismo infierno. Curioso detalle.

Nos movemos ahora a través de una avenida situada en la parte más baja del parque y que conecta directamente con la entrada principal (la que vimos en la primera parte de este análisis). Lo primero que veremos y que ocupa gran parte del espacio aquí dispuesto es Vandrutschebanen:


Como podéis ver, se trata de otro de esos clásicos que no pueden faltar en cualquier parque de atracciones que se precie, un flume inspirado en troncos y un enroscado recorrido por canales metálicos.

Y de nuevo podemos ver el ejemplo del aprovechamiento de espacio ya que, anudado a la estructura y serpenteante localizamos Svanebanen:


En esta ocasión se trata de un monoraíl con tracción a pedales en el que los carros se convierten directamente en enormes cisnes blancos:


Os puedo asegurar que la diversión y el riesgo van a partes iguales y que, pese a que hay que pedalear y es algo a lo que el visitante puede no estar acostumbrado, para nada significa un esfuerzo físico superior como sí ocurre en monoraíles similares como el que localizamos en Erlebnispark Tripsdrill (Alemania). Para nada, Svanebanen es más bien un agradable y refrescante paseo que, a la vez, ofrece la oportunidad de sacar fotografías con cierto encanto desde una altura considerable.

Precisamente desde esas alturas es desde donde podemos visionar uno de los edificios más antiguos de Bakken, reconvertido hoy día en una especie de arcade donde localizamos un sinfín de peluches, se trata de Det Bla Hus Tombola (o lo que es lo mismo: la tómbola de la casa azul):


También en esta isleta de edificios podemos localizar un grupo reducido de rides kiddies tales como una spin-ride tematizada en globos de colores y también diversas casas y puestos de venta de comida y dulces. Además preside una pequeña plaza el edificio dedicado a Pjerrot, el payaso triste que viene a ser un calco exacto del que localizamos en Tivoli Gardens. Al parecer es un personaje que podemos encontrar en toda Dinamarca y que es prácticamente un símbolo nacional.


Llegado este punto mucho me temo que se nos acaba ya el parque y que, sin apenas darnos cuenta, hemos recorrido una buena cantidad de galerías y avenidas donde nos hemos encontrado más de 30 rides, 6 credits, más de 60 locales de comida y restaurantes y hasta 40 puestos y tenderetes de juegos y entretenimiento. Un currículum espectacular para un parque espectacular.

Quisiera echar el cierre a la entrada con una fotografía que resumiría bastante bien mi estancia durante un día en este maravilloso y antológico parque de atracciones:


Aparentemente vemos un bosque en el cual hay plantada una simpática tienda de campaña. Podría parecer cualquier fotografía de cualquier bosque en el mundo, pero no. Si os fijáis un poco más atrás, podemos encontrar una coaster (y más atrás todavía un parque de atracciones entero). En algunos lugares podría parecer una utopía pero lo cierto es que aquí es una realidad. En Bakken podemos acampar y, de repente, despertarnos ante uno de los mejores parques de atracciones oldschool del mundo.

*****

Y hasta aquí esta esperada tercera parte del análisis al anciano Bakken. Anciano por la cantidad de años abierto que acumula (¡más de 430!), porque como habéis podido observar la mezcla de rides antiguas y de nueva generación está equilibrada al máximo, en un impresionante ejercicio de composición y estructuras casi imposibles.

Me quedo por supuesto con la enorme cantidad de edificios de restauración que podemos localizar en este parque, creo que jamás había visto algo igual (¡y ya van visitados unos cuantos!) y es digno de admirar por la resistencia al paso del tiempo que ofrece este lugar, pensar que lleva más de 4 siglos abierto le pone a uno la piel de gallina.

Podría parecer incluso que las rides se ocultan en un segundo o tercer plano, por detrás de los puestecitos y ferias e incluso por detrás de la propia naturaleza. Bakken es comer, disfrutar y pasear. Es la utopía que todo entusiasta de parques persigue a lo largo de su vida.

1 comentario:

  1. Me encantas es auténticos parques de atracciones! clásicos con ese encanto que solo ellos tienen....que lastima que aquí casi ya no nos quede ese toque especial que solo dan los años.... Y la maestría de colocar atracciones a diestro y siniestro, pero con una armonía... me encanta!

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