lunes, 9 de julio de 2012

Shambhala: el credit

 

El ciclo llega a su fin. Tras meses y meses de rumores, confirmaciones, noticias, seguimientos, análisis, teorías e inauguraciones, por fin Shambhala se ha mostrado a todo el mundo en su máximo esplendor, sin estar quizás exenta de la polémica que se le anunciaba desde hacía meses atrás.

Desde 1999 Bolliger & Mabillard han tenido la amabilidad y el tesón de poblar la Tierra con hasta 11 hypercoasters de distinto calibre y tipología, pero todas ellas con un denominador común: la reinterpretación de la velocidad y el airtime elevados a la máxima potencia de la suavidad y la elegancia del diseño de los suizos.

Hoy, en Bloggercoaster, me dispongo a analizar tramo a tramo, metro a metro, la que es y será la estructura de acero más grande jamás construida en cualquier parque del país, todo un hito en el pequeño libro de parques que se escribe en nuestras tierras. Hoy surcamos los cielos en busca de Shambhala.


Un credit deseado

Si hay algo en lo que la gran mayoría de seguidores de PortAventura coincide es en el hecho de que Universal Studios, accionista máximo durante unos años a principios de siglo, dejó una huella difícilmente mejorable en el parque. Su calidad, su mimo hacia el detalle, su esmero en la perfección de la experiencia o su maquiavélica obsesión por involucrarte en fascinantes viajes hizo que las dos únicas rides que pusieron a nuestro servicio (Templo del Fuego y Sea Odissey) sean recordadas a día de hoy como dos de las mejores rides jamás experimentadas.


Años después Criteria (filial de LaCaixa) se propuso tomar las riendas del parque en una gestión a la alza durante los primeros años y con caída en picado en los últimos. Su reinado se llamó Furius Baco e hizo que el parque asumiera el máximo attendance que jamás ha tenido hasta el día de hoy. PortAventura estaba en boca de todos y sus coasters empezaban a ser admiradas allá donde se las nombraba.

Pero llegaron los años de transición y el parque tuvo que ver como novedad tras novedad el bochorno y la vergüenza eran cada vez más palpables. Shows de dudosa calidad, recortes presupuestarios y un intento por hacer rentable aquello en lo que no se invertía absolutamente nada acabaron arrojando el parque a los bajos fondos y planteándose la venta o cesión a una empresa mayor.


InvestIndustrial, grupo inversor italiano, tomó las riendas del proyecto y decidió que el rumbo a partir de su mandato cambiaría por completo. Quizás los métodos no serían los más ortodoxos, pero los resultados probablemente convencerían hasta el más escéptico de los entusiastas.

El primer año coincidió con el 15º aniversario del parque y el estreno de un completo cartel de espectáculos totalmente renovados, batuta en mano de Gianfranco Bollini, hasta el momento reputado jefe de espectáculos en distintos parques de toda Europa. Y los seguidores deseaban ya una inversión millonaria en dinero y adrenalina.

El segundo año los italianos prometieron la primera inversión fuerte, aunque el globo pronto se deshinchó al saber que sería una área infantil, que cambiaría la fisonomía de Polynesia y que, como pudimos comprobar tras su inauguración, iba a dejar un regusto amargo en todos aquellos y aquellas que tenían el recuerdo de PortAventura como el del viaje aventurero de sus vidas.


Pero ha sido para el tercer año, este 2012, cuando los nuevos propietarios han decidido empezar a tirar los petardos grandes, los que preceden la traca final. Para ello no han escatimado en inversión y tampoco en logística, aunque como mucha gente ha criticado lo que ahora se ha cerrado es el grifo del sentido común y el criterio, por lo que como se suele decir nunca llueve a gusto de todos.

Sea como sea, Shambhala es el resultado de una inversión de 25 millones de euros, una ardua construcción que ha durado casi un año entero, una pelea por conseguir posicionarse en el duro y competitivo mundo de las novedades de parques europeos y un deseo hecho realidad: el de tener una hypercoaster a relativamente pocos kilómetros de casa, sin tener que montar expediciones para catar las mieles de estrellas plateadas.

Fluidez blanca a toda velocidad

No son quizás las hipercoasters las que contienen el mejor catálogo de layouts del momento. De hecho no tiene ninguna de ellas nada a hacer frente a las megacoasters de Intamin o las pícaras eurofighters de Gerstlauer, pero sin embargo es un cúmulo de ingredientes el que hace que con una planta prácticamente robótica, trazadas con tiralíneas, se cuelen en el top 10 de cualquier fanático de los credits.

Voy a continuación a analizar el layout de Shambhala, siempre apoyándome en la gran ayuda que ofrece Youtube para todos aquellos que, como yo, aman el mundo de los points-of-view de calidad:



Tras superar el horrible trauma que significa esperar en una ratonera de cemento y metal durante diez, treinta, quizás sesenta o incluso doscientos minutos, accedemos a los trenes de Shambhala, tomamos asiento, cerramos el arnés que oprime duramente nuestras piernas y cintura, respiramos profundo y nos planteamos la imagen que viviremos en unos segundos.


Segundos que descienden vertiginosamente cuando el tren sale de estación con curva a 90º a la derecha, encarándonos directamente con un majestuoso lift de 76 metros de altura que intenta evocar como puede la cordillera de una montaña sacada del más ingenioso y enfermizo relato de cyber-punk de William Gibson.

El tren se eleva a una velocidad razonable en la búsqueda por el punto álgido que se sucede cuando transcurren unos pírricos 30 segundos donde se nos presenta, como si de un espectáculo de variedades se tratara, el más bello de los paisajes mediterráneos. A nuestra derecha la plana de Tarragona con Reus y la Mussara como telón de fondo. A nuestra izquierda el amplio mar azul con una pequeña mancha repleta de edificaciones llamada Salou. Y tras esos 30 segundos la orquesta visual empieza a tocar la más espectacular de sus piezas: mar y montaña se unen en una panorámica excelsa.


Poco dura la panorámica porque en cuestión de segundos pasamos de estar prácticamente tumbados en el asiento a notar como nuestro cuerpo se inclina más y más, en una caprichosa cabriola del destino. El tren adquiere fuerza, la aceleración hace acto de presencia y un drop de 78 metros de altura se nos presenta de la manera más estridente y hermosa jamás concebida. Un drop con una ortopédica belleza, una panza que justifica su rareza en pos de su intensidad.


Y abajo vemos el túnel. Y cuando lo vemos abajo enseguida lo tenemos encima pues apenas un par de segundos nos separan de la velocidad 0 a los 134 km/h. Punto de choque brutal (con esas velocidades cualquier tímido soporte jugaría en la liga de los grandes) y unos 12 metros de relativa oscuridad entremezclada con los gritos y la estridencia de uno de los puntos más repletos de fuerzas positivas. Si levantaste las manos antes de adentrarte en este tramo costará mantenerlas en pie. Si preferiste agarrar el arnés jamás lograrás levantarlas. Las fuerzas G te lo impiden.


Ligera curvatura a la izquierda con un finísimo peralte que reconduce toda la fuerza adquirida hacia la primera de muchas escaladas en velocidad: el primer camelback. Una obra maestra de las alturas, un recorrido natural del heartline que para algunos peca y para otros arriesga por usar el modelo que B&M suele introducir en sus últimos proyectos: una apuesta por la suavidad y la naturalidad en contra de la intensidad y brutalidad que otras ofrecen. El airtime aquí es prácticamente nulo y se resume en una plena consciencia del cuerpo como pluma, de los brazos como alas. Shambhala nos invita a volar justo aquí.


Segundo drop, algo más ligero y predecible que el primero y de nuevo adquiriendo cierta velocidad de cara a afrontar el siguiente elemento característico y único de esta hyper: el ampersand.

En realidad este elemento jamás quiso llamarse así. Quizás en el cuartel general de los suizos llegó a llamarse algo así como double-helix o super-turn-out o vaya usted a saber. Pero la genialidad de los propios entusiastas hizo que poco después de ser presentada al mundo esta arriesgada forma enseguida alguien propusiera su similitud con el símbolo inglés (&), nombre que ha perdurado hasta ahora.


Entramos en el ampersand con un amplio peralte a derecha que va creciendo en inclinación conforme adquirimos altura. Dejamos atrás decenas de soportes, el cruce con el track a la vuelta y en el punto álgido en tren adquiere la lenta velocidad que hará que la vuelta sea vertiginosa. Iniciamos poco a poco el descenso, siempre con una inclinación prolongada a la derecha y adquiriendo constantemente velocidad hasta que, sin apenas enterarnos, hemos salido de uno de los elementos más estéticos facturados hasta ahora por los suizos.

Cambio radical de elemento, ahora es el turno de la speed-hill, un ingrediente vital para este credit que generó rápidamente mucha expectación entre los entusiastas ya que hasta ahora B&M sólo ha confiado en Leviathan (Canada's Wonderland) y Shambhala para incluirlo. Alta velocidad en línea recta con una ligera curvatura del track, tan ligera que el airtime en sí es muy pequeño pero se pasa a la velocidad suficiente como para provocar un sonoro "wow" en todo el tren. Esta pequeña colina está creada para mostrar al viajero que la velocidad adquirida por el tren, tras pasar por el suavísimo airtime y el casi inapreciable ampersand, es muy alta.

Nos movemos a escasa altura del suelo, de hecho entramos en una leve trinchera de un metro de profundidad y, de repente, como cuando los papagayos de Aves del Paraíso sobrevuelan sobre nuestras cabezas, el tren de Shambhala vuelve a emerger en dirección al cielo para encarar el que a mi parecer es el elemento más bien parido de todo el layout: la colina y el splash.


Esta colina no ostenta grandes alturas, tampoco la encontramos al principio cuando la velocidad es punta, ya habremos notado el fino cosquilleo del airtime en este punto pero sus pretensiones son simplemente las de mostrar el que resulta ser el airtime más puro, el genuino floating airtime. Las manos bien arriba para pasar por un genial y agradecido tramo de ingravidez total para encarar un nuevo y menor drop que nos conducirá a un suave peralte a la izquierda, como de unos 15 o 20º.


Entramos de lleno en la recta del splash. Ortopédica a simple vista pero necesaria de cara al visitante que nos observa desde fuera. El splash está diseñado, como ya comenté en la anterior entrada sobre theming, para ser un elemento común, un nexo entre el que está sobre el tren y el que observa desde abajo. El splash artificial es activado justo antes de que toquemos la recta y nos acompaña hasta que el tren ha abandonado por completo esta misma. Notas que lo tienes a tu lado, es perceptible, incluso refrescante, pero ni chorrea ni empapa. Un pequeño golpe de brisa húmeda en el rostro, toda una sensación de frescor gratuita.


Shambhala encara aquí el que posiblemente sea uno de los tramos más aburridos, vacíos y previsibles que jamás haya diseñado la empresa suiza. Parece como si todo el ahínco, el esfuerzo, la perseverancia y la genialidad del diseño se hayan esfumado para dejar paso al sistema de colina tras colina, la recta, la curva. La esencia más básica de una constructora primeriza trasladada a la calificada por muchos como la Rolls Royce de las coasters. Decepcionante.


Ligero y lento camelback, raspando apenas décimas negativas, encajando un peralte a izquierdas con escasa sensación de velocidad (de hecho en este punto del layout las largas medidas del tren de Shambhala juegan en su contra: se pretende que el tren oscile entre la ingravidez y la velocidad, pero finalmente se logra un punto intermedio en el que sí, pasamos por colinas y peraltes pero parece todo más bien fruto de un apacible paseo a bordo de un coloso de decenas de toneladas).

Segundo camelback con la misma irrelevancia del primero y esta vez desperdiciando un ingrediente que podría resultar exquisito de cara a redondear la nota del credit: en este punto el tren roza el suelo, por lo que el pase por un arco medio derruido, por una ciudad abandonada, por unas fuentes desviadas del público general podría significar revitalizar un punto que se antoja poco menos que muerto.


Ascendemos a la misma y constante velocidad para encarar con un ligero peralte a izquierda la recta de MCBR, tan larga como necesaria si se quiere una operativa excelsa, tan incongruente como oculta si lo que se quiere es aburrir tremendamente al excitado viajero. Parece como si en este punto la coaster nos diga: "hey, te he ofrecido todo lo que puedo, así que conformarte con este par de curvas y cierra la maldita boca".

Salida de MCBR con curva peraltada encarando al viajero al vacío (el poco aprovechamiento que se puede hacer de este tramo reside en este cambio de inclinación), ligero descenso, lo suficientemente ligero como para constatar que esta curva es la hija bastarda de un inclined loop y una hélice en condiciones y pasamos por el penúltimo airtime (el último completo) formado por un pequeño camelback que nos ofrecerá el clásico push-down de las B&M antes de llegar a recta de brakes. Un toque, una firma, una evidencia de que estamos ante otra sus obras magistrales.


Encaramos una pequeña elevación con peralte y aterrizamos de lleno en una larga y soporífera recta de brakes (la obsesión de esta empresa por este tipo de elementos llega a lo esperpéntico). La belleza de todo el track hasta poco después del splash se desvanece por completo al pasar por el transfer y la zona técnica, repleta de hierro visto, elementos mecánicos y rejillas de seguridad. Parece como si por un momento hayamos dejado de pisar el paraíso budista para plantarnos a unos 500 metros más allá, en plena petroquímica de Tarragona. Pero tranquilos y tranquilas, esto dura apenas unos segundos... o minutos. Los que tarden en volver a cargar el tren que hay justo delante nuestro y en traernos de vuelta al mundo real.

Algunos datos de interés...

Nombre: Shambhala, Expedición al Himalaya
Parque: PortAventura (Salou/Vila-seca)
Fabricante: Bolliger & Mabillard
Tipo: hypercoaster
Edad: 3 meses
Recolocada: no.
Color: soportes gris metálico, track blanco, raíles verde turquesa.
Altura máxima: 76 m.
Recorrido: 1564 m.
Velocidad máxima: 134 km/h
Trenes: 3 trenes con 8 filas dobles por tren y 4 asientos por fila (dos en el centro, dos en el exterior) con arnés de sujeción delantera.
Theming: budista, asiático, exploración, esotérico.

Llegó la hora

Quizás el punto más difícil de toda la entrada, el momento en el que tras años de espera debo indicar mi opinión más personal acerca de este credit. Bien, empezaré por indicar que Shambhala se encuentra en el apretado y concurrido Top 10 de mis credits favoritos. Pero relajad la alegría, no está en los primeros puestos. Siento la decepción y a continuación me explico.


Shambhala es en sí una experiencia brutal para todo aquél viajero que hasta el momento había experimentado la velocidad con Furius Baco, las inversiones con Dragon Khan o incluso sensaciones variadas con el resto de credits que ocupan el país en Warner o quizás incluso Disneyland Park (destino clásico entre los nuevos entusiastas para iniciarse en la exploración internacional). Pero hace falta apenas un par de viajes al verdadero extranjero, un par de tímidas expediciones a Alemania, Inglaterra u Holanda para darse cuenta de que hay un "toque" que falta en Shambhala: la intensidad.


Después de tragarnos un drop de 78 metros y adquirir una velocidad nada despreciable de 134 kilómetros por hora lo mínimo que se espera es que notemos que vamos a esa velocidad, que nuestros ojos apenas puedan prestar atención a lo que nos rodea, a los puntos de choque, al paso raudo de cada elemento con el que nos topamos.

Le hace falta ese punto de descontrol que tanto se disfruta en decenas y decenas de credits (sin necesidad de ser tan altos y tan rápidos como el que nos ocupa ahora) y que también se encuentra en otras B&M a lo largo del planeta. Comenta la vieja escuela que cada vez los suizos han diluido más y más sus creaciones hasta dotarlas de tal perfección que la misma perfección las hace imperfectas. Ese es el caso de Shambhala.


Es tan suave, tan volátil, tan cómoda y tan justa que nos hace falta un pequeño toque de adrenalina pura, un pequeño susto, un pequeño llanto de miedo. Aquello que haga que repitas sin pensarlo (como ahora) pero que cada vez que lo hagas temas por ti, por tu cuerpo o por tu tranquilidad. Cuando repites Shambhala racionas cada vez más la intensidad hasta reducirla al mero hecho de pasar por el drop ya que tras el resto de elementos todo se convierte en un magnífico sube y baja con algún que otro peralte.

Valga decir, como punto muy positivo, que por fin tenemos en España una buena colección de airtimes: floating, extensos, duros e incluso único en el continente (como el producido por la speed-hill), lo cual hace que cualquier entusiasta que se precie en el país debe visitarla y riddearla antes de empezar a hablar sobre tipos de airtimes.


Como me ha ocurrido en varias ocasiones con esta empresa, conforme pruebo alguna de sus nuevas creaciones más cuenta me doy de que las antiguas adquieren especial relevancia con el paso de los años. Y es que no es que B&M haya empeorado con el paso de los años, ni mucho menos. Es que han preferido aspirar a comerse el mercado antes que tener en cuenta el lado "macarra" que los vió nacer.

Raspa el excelente, pero se queda en un notable, el mejor notable del país y uno de los mejores de Europa, sin duda.


*****

¡Uf! Podría hacer una ensalada ahora mismo con mis doloridos dedos después de escribir esta entrada. Os puedo asegurar que no hay ninguna corrección, todo suena tal cual he querido que suene y todo está ahí sin echar un vistazo en si lo que he dicho es correcto o no. He querido otorgar esta opinión de la mayor intensidad posible, tal cual.

Así pues aquí tenemos la hypercoaster que largos años hemos soñado. Por fin la tenemos cerca de nosotros, por fin la podemos riddear hasta la saciedad. Y por fin la disfrutaremos por mucho más tiempo.

El último trazo que os puedo ofrecer es que sí, disfrutadla metro a metro, tramo a tramo. Agradeced que la tengamos aquí y la podamos probar casi cuando queramos, pero siempre mantened un ojo puesto en el exterior, en el mundo, los pies en el suelo, porque esta coaster ni es la mejor del mundo ni puede pretender llegar a serlo. La realidad azota, pero también educa.

8 comentarios:

  1. y desde fuera ¿que tal?

    es algo de lo que hablas poco, ¿que te parece la coaster desde fuera, como suena, como se ve, si parece rapida o el splash queda bien, como esta tematizada y que tal la entrada (que parece que mal) y se visualmente se pega de bofetadas con "Dragon"...

    por ultimo, comparada con silver star, ¿gana?

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    1. Una de tus preguntas queda resuelta 2 entradas atrás, dónde Jivo analiza al detalle todo el theming ;)

      Dicho esto, magnífica entrada, como viene siendo habitual!

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    2. cierto, entre directo desde facebook y no había visto el post en el que detallaba el theming. gracias

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  2. Definitivamente, me encantan tus reviews! Son geniales !! Cuales son tus top10 coasters preferidas? Un saludo !!

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  3. AFAPAM: Como siempre mi enhorabuena por esta tan esperada entrada, con la que estoy de acuerdo. Sólo en pero: Cometas que está en tu top 10 pero no en los primeros puestos, pero no nos aclaras en que puesto está y si para ti es la mejor hiper que has riddeado. La mayoría de los que te leemos sólo conocemos parques españoles y con suerte DLPR (como es mi caso) con lo que no tenemos muchas referencias para comparar y por eso valoramos mucho tu opinión.
    PD: Estoy de acuerdo que unn post con tu top 10 se echa en falta. Saludos

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    1. Pues mirad, es superada por otra hyper, sí. Concretamente por Nitro, en Six Flags Great Adventure. Se que algunos y algunas de los que han montado en Nitro se me tirarán encima o no estarán de acuerdo, pero tampoco pretendo ir en la misma dirección que el resto en mi opinión. Bajo mi punto de vista disfruté muchísimo más de Nitro, de su velocidad y su intensidad. Pese a que pueda ser más pequeña o con un layout más lineal, lo que me queda claro es que NINGÚN tramo de Nitro me sobra, en cambio a partir del splash Shambhala es totalmente aburrida e insubstancial. Es algo que pasa de la misma manera que si comparamos Goliath a Expedition GeForce o El Toro a Colossos. ¿Son comparables? Sí. ¿Son iguales? No. Cuestión de gustos, repito...

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    2. Top 10, top 10, top 10, top 10! xD

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  4. Pues yo ayer mismo estuve en el parque y riddeé Shambhala un total de 4 veces (dos de noche) y la disfruté muchísimo. Llevaba mucho tiempo con ganas de coasters y ayer fue el día. Estoy de acuerdo contigo casi en todo (salvo en algunos detalles) pero básicamente tus sensaciones fueron las mismas que las mías... Aunque en mi top 10 se sitúa en el puesto número 2. (1. Furius Baco, 2. Shambhala, 3. Abismo, 4. Dragon Khan...). Sé que mis preferencias son muy extrañas (¡¿Dragon Khan cuarto?!) pero bueno... ¡Soy yo!

    PD: ¡Buenísima entrada Jivo! Por cierto, el splash sí moja al pasajero si extiende los brazos (desde los asientos interiores también). No pude resistirme a hacerlo cada vez que pasaba... :)

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