sábado, 28 de julio de 2012

Gröna Lund a fondo (parte 3)

 Si buscamos la auténtica razón para situar a Gröna Lund en el mapa de los objetivos de cualquier entusiasta de parques y coasters, probablemente una de las razones que encontremos es su localización (en las pintorescas bahías de Estocolmo). Quizás también se le nombre por su largo historial repleto de guiños históricos y pinceladas al pasado, pero con total probabilidad, si marcamos una cruz en el mapa para visitarlo, es por su cantidad y variedad de coasters.

Parece mentira que un recinto tan diminuto tenga que guardar en su interior un total de 7 credits y a cada cuál más simbólico y único, pero lo hacen y con total autoridad, convirtiendo lo que podría ser un parque mediocre y sobrealimentado en una experiencia total de fuerzas G, alturas, materiales y velocidad.


Hoy, en Bloggercoaster, doy un detallado repaso a cada uno de los 7 credits que completan el catálogo de un parque que no me canso de repetir que debe constar en vuestras listas de visitas, porque Gröna Lund es un auténtico disfrute para el buen amante de las coasters.


Tuff-Tuff Tåget: ¿dónde estoy montado?

Probablemente es lo que os preguntéis una vez estéis a punto de abandonar la estación a bordo de esta especie de loco tren/locomotora. No hay demasiada lógica y la poca que podría haber abandona el layout transcurrida ya la primera curva de este.


Tuff-Tuff Tåget consiste en una coaster evidentemente kiddie que completa un recorrido absolutamente sinuoso en el cual experimentaremos importantes fuerzas G laterales, a la vez de la sensación de no estarnos moviendo más que en un cuadrado de 10x10 metros.


Sirviéndose de la inercia, un diminuto lift que salva una altura de apenas 2 metros gracias a ruedas de transporte nos colocará al borde de un recorrido que recuerda mucho a la parte alta de una wild-mouse y que hará que el tren gire hacia izquierda y derecha en repetidas ocasiones, descendiendo en cada nivel medio metro de altura y haciendo que nos lleguemos a cruzar con los pasajeros del mismo tren.


Un concepto bastante simple y, a mi parecer, poco efectivo. Este credit de 2010 no es que ofrezca una lista de sensaciones remarcables y creo que funcionaría más bien con theming y unos trenes spinning a modo de tazas giratorias que no como lo hace en la actualidad. A mi parecer el peor credit de todo el parque.



Nyckelpigan: la tivoli más básica

Y es que Nyckelpigan es una tivoli clásica de Zierer, no nos vamos a engañar. Es la esencia kiddie llevada a la mínima expresión, es la sintetización del elemento kiddie:


Lo que la hace realmente única es que carece de un layout complejo que respalde muchos usos de peralte o cruces de vías, ya que el recorrido es en esencia un gran óvalo.


Con una velocidad bastante intensa alimentada por un pequeño lift de unos 4 metros de altura a la salida de la estación, un pequeño drop en el lateral posterior a la estación, una amplia curva peraltada antes de llegar al final (que podéis ver en las dos fotografías que aporto) y poco más, Nyckelpigan consigue expresar los mínimos valores de velocidad, altura y peralte que toda coaster tiene hoy en día.



Puede parecer extremadamente básica (y de hecho, lo es), pero es lo suficientemente intensa como para mostrar a los más pequeños de la casa el abanico de sensaciones que irán potenciándose a lo largo de su vida, cuando crezcan suficiente en altura como para poder riddear máquinas algo más poderosas.

Insane: nunca un nombre había sido tan descriptivo

Insana. Desde la primera letra hasta la última el nombre de esta coaster la describe a la perfección. Insane es el penúltimo juguete de un parque que ha apostado en los últimos años claramente por la inversión y la innovación en su catálogo de coasters, en esta ocasión con el que fue un largamente criticado prototipo de Intamin AG:


Con muchos tintes parecidos a sus hermanos pequeños (Kirnu o la próxima y ya analizada en Bloggercoaster Inferno de Terra Mítica) Insane se enfrentaba a un reto complicado para la empresa de origen suizo y que rápidamente se tradujo en una brutalidad ejemplar: aumentar las medidas, la velocidad, las inversiones y convertir una coaster en una especie de centrifugadora ocupando el mínimo espacio:


El layout de esta tortura con ruedas es bien sencillo, pero para nada flojo. Iniciamos la escalada al salir de estación y colocándonos ya en vertical para ascender unos nada despreciables 35 m. para, a continuación, dejar el tren libre (y con libre me refiero a que su eje central puede girar 360º totalmente, situándote bocabajo en cuestión de milésimas de segundo sin que te lo esperes.


Puede que hayas sido previsor y hayas intentado memorizar el recorrido desde abajo pero, creedme, es un error por completo, ya que el tren girará conforme al peso y distribución de los ocupantes, por lo que Insane nunca hace un ciclo igual que el anterior, lo que la otorga de un elemento de azar bastante traidor pero juguetón a la vez.

Tras el ir y venir del principio, el tren no gira generalmente del todo aquí, sino que hay que esperar hasta los MCBR para experimentar la máxima locura de este layout. Una vez pasados estos sí que podemos decir que toda tu vida pasa en apenas unos segundos por delante tuyo. La mirada se nubla por completo, varios latigazos te hacen apretarte contra el arnés con una fuerza descomunal y, de repente, te golpean contra el asiento oprimiendo tu pecho. Tan pronto ves el mar arriba y la bahía abajo como giran por completo y, mientras intentas atar cabos y comprender por dónde vas, has completado una o incluso dos inversiones.


Insane es una máquina gratuita de tortura. Extremadamente dolorosa si esperas algo suave o indoloro y terriblemente divertida si crees que va a ser un simple paseo. Lo que sí tengo claro es que entra en esa desagradable lista de credits que nunca en mi vida volveré a riddear de no ser porque las circumstancias me lo pidan insistentemente.



Un ciclo, capitulada y de vuelta a la normalidad de las coasters de siempre. Intamin ha parido un engendro a medio camino entre una flat desbocada y una coaster coja. Un pequeño Cuasimodo que, harto de ser motivo de burlas por su poca extensión, nos azotará con latigazos que nos llegarán a lo más hondo de nuestra alma.

Vilda Musen: ¿puedo repetir, por favor?

El concepto siempre ha sido muy conocido: una wild mouse, una coaster sencilla en apariencia, con el mecanismo más básico de trenes (sin ni siquiera una articulación, son trenes de un solo carro) y con un recorrido que pondrá a prueba nuestra resistencia entorno a las curvas cerradas adquiridas con cierta velocidad.


Pero de repente llega Gerstlauer, una cada día más brillante compañía alemana, y decide girar por completo el concepto, reconvertirlo y exponer los valores clásicos de las wild mouse a una nueva generación de layouts enroscados y alocados. De este experimento nacen credits que rápidamente se posicionan en los ránkings de diversión y adicción y uno de ellos es, sin lugar a dudas, Vilda Musen:


Esta única y carismática wild mouse nos demuestra que un recorrido puede ser enriquecido constantemente, ofreciendo al viajero de menos a más hasta llegar a una culminación repleta de fuerzas G que te mantendrán totalmente pegado al asiento.


Desde su primer drop acabado en curva peraltada, su posterior super-curva con peralte a derecha, su cruce constante con Jetline en una especie de coreografía artística entre dos grandes credits, sus constantes cambios de velocidad aderezados con bruscos cambios de dirección, su increíble airtime justo antes de pasar por el techo de la estación y, finalmente, su hélice infernal pasando a escasos metros del suelo y con una velocidad tremenda, convierten a Vilda Musen en todo un ejemplo a seguir por empresas como Mack Rides que, en sus modelos e-motion ya mostraron una clara inspiración en este layout tan laberíntico.


Vilda Musen rápidamente se convertirá en una de vuestras favoritas pese a tener una carga bastante lenta (una triste característica también de esta tipología de credits) y no podréis evitar riddearla por lo menos en 3 o 4 ocasiones antes de abandonar Gröna Lund. Es el clásico credit que os gustaría tener bien cerca de casa para poder riddear hasta la extenuación. Ejemplar.



Kvasten: la modelo de pasarela

Pensaréis que en un mar de raíles, soportes y cruces vertiginosos no quedará lugar para la belleza de las formas o la armonía de espacios, pero justo cuando piensas esto y te liberas de la maraña de soportes que forman Vilda Musen, Jetline y Twister te encuentras con esa obra de arte:


Se trata de Kvasten, una rara, rarísima pieza facturada por Vekoma y que puede ser víctima del prejuicio justo antes de riddearla, pero os puedo asegurar que después de catarla la meteréis en ese pequeño pero genial saco de "credits de Vekoma que merecen mi atención".


No os engaño si os digo que saqué más de 150 fotos SOLO de este credit ya que los puntos de vista que usa, los rincones, los aprovechamientos de espacio y los cruces son tan geniales que es prácticamente mejor observarla desde abajo que recorrer sus 400 metros de longitud. Cabe decir también, como apunte, que entra en la categoría familiar a la perfección, convirtiéndose en un credit para todo el mundo, sin excepción de edades o medidas:


El layout es sencillo pero aprovechando el amplio espacio en su totalidad. Tras una salida indoor de estación nos elevamos a 20 metros de altura mediante un largo lift de ruedas a motor para, una vez llegados a la cumbre, descender muy suavemente una pendiente en curva. Esta velocidad es muy progresiva debido a la longitud extrema del tren, que hará que tardemos en notar la máxima velocidad y justo lo haremos al pasar por un primer y amplio camelback tras el cual entraremos en un bosque de puntos de choque formado por árboles y soportes centrales.


Tras este punto nos adentramos en el punto más icónico de Kvasten, su cruce de vías y posterior hélice que sobrevuela las inmediaciones de Spökhuset. En esta hélice experimentaremos un ligero cambio en las fuerzas G laterales del tren, pero no demasiado relevante. Inmediatamente cruzamos esta extensión de terreno serpenteando sus dos grandes núcleos de soportes (parecidos a la estructura ramificada de grandes árboles metálicos) y nos adentraremos en un curioso punto de choque que podéis ver más arriba: la casa embrujada.


A partir de ahí entramos en una doble espiral donde realmente experimentaremos la máxima velocidad de la coaster, descenderemos hasta pasar a ras de suelo y entraremos rápidamente en la estación para ser frenados en un muy corto espacio del recorrido.


Kvasten es una bonita joya, quizás no la coaster más intensa que jamás probaréis (de hecho, en la escala de intensidad que formarían los credits de este parque se situaría en la quinta posición justo por delante de las dos kiddies anteriormente mencionadas), pero con su belleza, su genialidad de theming (ambientado en un clásico cuento de brujas sueco) y su mimo al detalle, hará que os divirtáis mucho y os sintáis a medio camino entre temerosos niños y valientes jovenzuelos o jovenzuelas.



Jetline: amo y señor Schwarzkopf

Probablemente el credit más querido y admirado del parque sea este: Jetline. De él se han escrito auténticas teorías y conspiraciones a lo largo de sus años de vida. Primero por el uso que el parque ha hecho (en ocasiones acertado, en ocasiones muy errado) de la coaster como reclamo publicitario, con cambios de nombre, repintadas o campañas de publicidad varias:


Segundo por el hecho de ser una coaster que será eternamente candidata a ser eliminada del mapa del parque, pero que cada vez que el parque ha insinuado nuevas incorporaciones o añadidos al parque se ha formado una auténtica legión de fanáticos del credit que han evitado cualquier desmonte de tuerca de Jetline. Es un credit sagrado y de aquí no se mueve.


Y tercero porque pese a que está claro que lo diseñó y construyó Schwarzkopf, el hecho de que Zierer participase en su montaje y construcción final ha despistado durante años y años a todos los entusiastas que se han interesado por su historia.


La genialidad del layout, sus velocidades y sus fuerzas G quedó ya patente en mi lejano análisis a Knightmare, la coaster clónica de esta Jetline situada en Camelot Theme Park (Inglaterra) y a la cuál le dediqué toda una entrada hace ya muchos meses atrás. Pero en resumen estaríamos hablando de un credit con un gran first drop (los túneles, un capítulo aparte en la trayectoria de Schwarzkopf), un entresijo de curvas interiores enorme y un aprovechamiento de la velocidad inicial del tren calculada al milímetro.


En este caso en concreto Jetline ya de por sí sería un credit absolutamente genial, pero el hecho de completar todo su layout pasando rápidamente por sobre, bajo o entre multitud de otros elementos de coasters variadas lo convierte en todo un museo homenaje a lo que en su día más divirtió a la generación de los 80 y 90 y que hoy en día lucha todavía por posicionarse en los primeros puestos de los rankings mundiales.



¿Os cuento un secreto? Jetline es la mejor coaster de Gröna Lund, con mucha, muchísima diferencia con respecto a sus directas competidoras. Id y riddearla, ya me diréis...

Twister: golosina amarga

La gran novedad de 2011, uno de los credits que más portadas de revistas y reportajes de webs acaparó en toda la temporada pasada, una vuelta de tuerca al uso de las híbridas en espacios reducidos y el desembarco tímido de los trenes Timberliner en el continente europeo, eso es Twister:


Twister tiene muchísimos ingredientes que prefiero repasar de manera más detallada en una entrada para el credit sólo, así que dejaré todos los aspectos analizables para una entrada independiente de esta donde veremos punto por punto los pros y contras (que también tiene).

Pero si me pedís que resuma lo bueno y lo malo de Twister acabaré bastante rápido. Lo bueno: un layout de magia (porque no sabes nunca dónde aparecerá otro nuevo tramo de vía) y su primer airtime. Lo malo: el uso de la excesiva y ahogante seguridad de los trenes Timberliner la convierten en un juguete roto, algo parecido a lo que ocurre con Intamin y sus over-the-shoulder-harness. Una lástima, sin duda.

La curiosidad radica en que Twister fue mi credit número #200, un buen lazo para un pequeño hito personal.

*****

Y hasta aquí la esperada tercera parte de este análisis a fondo de Gröna Lund donde hemos podido echar un vistazo a sus calles, su estructura, sus temáticas, sus establecimientos y, cómo no, sus rides y coasters.

Gröna Lund se convierte (no se cuántas veces lo habré dicho ya) en todo un destino obligatorio para todo aquél o aquella amante de las emociones fuertes, de la diversidad de credits y de la concentración masiva de elementos en un mismo espacio. Un parque que pondrá a prueba vuestra resistencia y aguante y que sin duda entrará con fuerza en vuestra lista de calidad en servicios y gestión.

Si alguna vez pasáis por Estocolmo y no visitáis Gröna Lund, pensad que será como echar un vistazo a Barcelona y no ver de cerca la Sagrada Familia: imperdonable.

Pronto, muy pronto, hablaré de la controvertida Twister aquí, en Bloggercoaster. ¡Permaneced atentos y atentas!

2 comentarios:

  1. ¡Gran actualización, como siempre, Jivo!

    Solo una cosa, porque realmente no me acabo de creer que Insane sea tan insana como afirmas, y en el vídeo tampoco me parece tan loca... ¿no te montarías aunque fuera cobrando? xD

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    1. Piensa que tiene las mismas fuerzas G que Shambhala (3,5) y estamos hablando de que una tiene un drop de 76 metros y la otra no... o sea con una velocidad máxima de 60km/h (Insane) conseguir 3,5G te puede dar una idea de cómo de bruscos son sus movimientos. Únicamente riddearía de nuevo Insane si me pagan un viaje entero a Estocolmo para visitar de nuevo el parque... y aún así jeje.

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