miércoles, 11 de noviembre de 2015

¡De turismo por Europa! (parte 3)


Generalmente la tarjeta de presentación de Europa, como continente, alrededor del mundo, es la cultura y la edad de sus edificios, sus calles, sus pueblos y sus ciudades. El paso de los siglos reflejados en distintos estilos arquitectónicos, rasgos históricos o edificios emblemáticos que han marcado el antes y el después de numerosas etapas de la humanidad.

Todas las ciudades europeas cumplen con esta premisa en mayor o menor medida pero si hay una que conserve, potencie y muestre orgullosa todo el arsenal histórico que esconde en su interior es Viena, la capital de Austria.


Viena está absolutamente impregnada de historia. Pasear por sus calles, recorrer sus paseos o dar una vuelta en bicicleta por sus avenidas se convierte en un ejercicio de encuentro con los orígenes, una lección de cómo el paso de los años nos puede asombrar con solo plantarnos ante un edificio.

Pero si realmente queremos empezar bien una jornada en esta cosmopolita ciudad austriaca, es recomendable hacerlo con un enérgico desayuno típico de la región, regado con un buen café (los hay para todos los bolsillos, aunque si queréis probar el característico café vienés deberéis rascaros algo el bolsillo):


Si algo debéis tener en cuenta a la hora de poner pie en Viena es que la ciudad está plagada de edificios relacionados con la vida militar y monárquica que ha agitado sus calles a lo largo de muchos siglos, por lo que los palacios o edificios gubernamentales ocuparán gran parte de vuestra visita. Un claro ejemplo de ello es el Palacio de Schönbrunn, más conocido por tener uno de los jardines más bellos de Europa y que con el tiempo ha ganado el apodo del "Versalles vienés":


En él encontraréis el Schönbrunner Panorama Bahn, un pequeño trenecito turístico que os hará un completo recorrido por la multitud de palacetes, paseos y galerías que contemplan este enorme edificio histórico. Os asombrará el estado de conservación de los jardines, llegando incluso al extremo de poseer largas sendas con árboles perfectamente podados, cortados casi al milímetro:


Por otro lado y a una distancia más prudencial del centro de la ciudad, podréis encontrar el Palacio Belvedere, un bello ejemplo del arte barroco vienés:


En él encontraréis dos grandes edificios separados por majestuosos y alegres jardines repletos de fuentes, pasajes y formaciones de abetos ya que, en su origen, el Belvedere fue erigido como un edificio de diversión y ocio para la monarquía del continente:


Acercándonos todavía más al puro centro de Viena, nos encontraremos con grandes entornos de incalculable valor artístico, arquitectónico e histórico, como la Heldenplatz, donde lo primero que encontraremos es la imponente y larguísima fachada de la Biblioteca Nacional de Austria:


Así como el Museo de Historia Natural y el Museo de Arte de Viena, edificios que antaño pertenecieron a la monarquía de finales del siglo XVIII y que presentan tal belleza que uno puede incluso jugar con la cámara para conseguir la estética perfecta del ambiente:


Es posible que llegados a este punto os sintáis tan atraídos por la realeza austriaca que os sea inevitable visitar y conocer la historia de Isabel de Baviera, más conocida como la Emperatriz Sissi, icono de prácticamente todos los souvenirs de la ciudad y motivo, todavía hoy en día, de debates y discrepancias sobre su influencia (positiva o negativa, allá vuestra opinión) de la que sin duda ha sido una de las figuras más revolucionarias de la monarquía europea.

Un paseo por el centro

Puede que llegados a este punto y tras pisar decenas de calles adoquinadas, nuestros doloridos pies decidan pedirnos una agradecida tregua, momento en el cual podemos contemplar la opción de montar en un carruaje tirado por caballos, un medio de transporte muy turístico de la ciudad, pero que nos puede ayudar a contemplar de cerca la belleza y el bullicio del centro en su día a día:


Es en este momento donde deberemos pedir al cochero que nos acerque a contemplar uno de los edificios más conocidos a nivel internacional en la ciudad: la Ópera de Viena. En su interior hallamos el que quizás sea el teatro con más reconocimiento y prestigio, así como enormes salas contiguas decoradas con los espectaculares frescos de foyer, obra del reconocido Moritz von Schwind:


Un consejo: de la misma manera que ocurre con los alrededores del Coliseo de Roma con los legionarios, en la Ópera de Viena encontraremos alegres actores ataviados con trajes de época que querrán sacarse una fotografía con nosotros. Si vuestro bolsillo es ajustado, huid de ellos pues os cobrarán un alto precio a cambio de una mísera instantánea.

A escasas calles de la Ópera, escondido entre edificios centenarios, encontraremos el famoso Hotel Sacher, hogar y origen de la archiconocida Tarta Sacher, posiblemente el postre más conocido de Austria consistente en una tarta de bizcocho de chocolate rellena de mermelada de albaricoque.


Pese a que podéis entrar en el restaurante y pedir una porción de esta delicatessen vienesa, es posible que haya colas para acceder y el precio que os cobrarán está absolutamente desproporcionado, por lo que es aconsejable que busquéis confiterías o pastelerías en el interior del casco antiguo, como la Panadería Demel , la confitería Gerstner o el Café Mozart:


Habiendo probado ya este exquisito y dulce manjar es momento de pasar por el centro absoluto de la ciudad y visitar la imponente Catedral de San Esteban, de un marcado estilo gótico:


Aunque, a decir verdad, el elemento más llamativo y quizás desconocido para los visitantes del lugar son las catacumbas de la catedral:


Un pequeño tour guiado por el interior de los túneles y subterráneos que alberga este edificio nos permitirá darnos cuenta de cuán cruentas y oscuras fueron las épocas en las que decenas de miles de personas perdían la vida por las pestes y enfermedades que plagaban el continente europeo:


Aún así, es posible que si viajáis a esta genial ciudad no os sintáis atraídos por lo pomposo y llamativo de sus gigantescos edificios y busquéis algo más cercano y acorde a los días que nos rodean en la actualidad. Si queréis daros un baño de multiculturalidad y codearos con gente de todo el mundo, vuestro rincón es el Naschmarkt:


Un enorme mercadillo permanente situado a apenas 10 minutos andando desde el Palacio Belvedere donde encontraréis multitud de comidas típicas de la región así como pequeños puestos y restaurantes inspirados en las ricas gastronomías de todo el mundo. Un lugar en el que perderse durante toda una mañana y disfrutar de los aromas y las gentes que allí encontraréis.

Bajo el telón de la noche

Portar el mapa, la mochila y perderse por las calles vienesas a plena luz del día es un deporte sano y muy practicado por millones de turistas cada año, pero si la meteorología y las fechas os acompañan, os aconsejo dar un paseo por la ciudad en plena noche, a la luz de las farolas que iluminan con su característico tono sepia (que a la vez os puede ayudar a sacar geniales fotografías). Durante el paseo nocturno podéis hacer una visita a la famosa Hundertwasserhaus:


Conocida por sus extrañas y redondeadas formas, la arquitectura orgánica que se aplicó a este complejo residencial (hoy en día convertido en centro turístico) bien podría recordarnos a la conocida arquitectura de Antoni Gaudí, de la que sin duda bebe gran cantidad de inspiración. Incluso las calles colindantes a este edificio presentan características ondulantes en su naturaleza:


Muy cerca de la colorida Hundertwasserhaus podemos recorrer el Donaukanal (uno de los numerosos canales que distribuyen las aguas del Danubio a su paso por la capital austriaca) y encontrarnos con elementos que quizás no aparezcan en las guías de visita pero que bien merecen ser admirados, como este curioso doble puente sobre el canal, constituido por un puente de forja peatonal que contempla a otro puente por el que pasan a diario los trenes del metro vienés (o U-Bahn):


Recorriendo la senda de este céntrico canal es como encontraremos rápidamente otro de los elementos más emblemáticos de la ciudad, la imponente Wiener Riesenrad:


Una enorme noria de 61 metros de altura construida en 1897 para celebrar el 50º aniversario del reinado de Francisco José de Austria. Llama especialmente la atención la presencia de sus 15 góndolas, que originalmente fueron vagones de tren hechos de madera y acero y a través de los cuales podemos obtener algunas de las vistas más privilegiadas de la ciudad:


Justo al lado de la Wiener Riesenrad es donde los entusiastas de parques de atracciones encontraremos una de las joyas más valoradas a nivel mundial por los amantes de este mundillo, el conocido y carismático Wiener Prater:


Activo desde 1766 es también el segundo parque de atracciones más antiguo del mundo (sólo por detrás del mítico Bakken de Dinamarca) y actualmente hospeda más de cincuenta atracciones de todo tipo, gestionadas por familias que, generación tras generación, se han dedicado con cuerpo y alma a conservar un lugar que hoy en día es ya patrimonio intocable de la ciudad:


Aunque para los amantes de este tipo de recintos no es la única alternativa que tenemos cerca si nos hospedamos en Viena. A apenas 50 kilómetros de la ciudad, en una escapadita tanto en transporte público como en coche, podemos encontrar Familypark Neusiedlersee, un divertido y muy familiar parque de atracciones metido en una zona boscosa y con un buen puñado de rides y coasters que proporcionarán entretenimiento seguro durante toda una jornada a grandes y pequeños:


Podéis de esta manera aprovechar para visitar la vecina población de Rust, de la que os hablé tiempo atrás aquí en el blog y en la que os recomiendo muchísimo tomar un aperitivo a última hora de la tarde.

Habiendo visto ya toda esta variedad de edificios, lugares turísticos y parques, es innegable que Viena es hoy en día uno de los destinos más solicitados y ricos en cuanto a la cantidad de elementos que nos encontraremos si decidimos perdernos por ella.

Quizás no encontréis en ella el glamour o la vistosidad de una Londres o una París, pero os puedo asegurar que, si buscáis bien y os dejáis llevar por vuestro lado más creativo, encontraréis en Viena una candidata a ser vuestra capital europea favorita. Palabra de viajero.

1 comentario:

  1. AFAPAM: Me encanta estas entradas de turismo. Imprescindibles si se quiere visitar la ciudad. Muchas gracias por compartir con todos tu experiencias.

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