lunes, 13 de enero de 2014

Fisherman Warf

Esta es una de esas entradas que llevaba meses y meses esperando poder escribir y que, por fin, se me presenta ante mis narices y no se exactamente cómo tratar. Sin rodeos: posiblemente el análisis de hoy sea respecto al parque más cutre, hostil e innecesario de mi corta carrera como viajero y explorador de parques.

Pero a la vez la visita a Fisherman Warf supuso en su día toda una aventura de la que difícilmente nos olvidaremos los miembros del RollerCoaster Team por suponer, posiblemente, un micro-viaje dentro del viaje en sí a las tierras de China. Una escapada a la aventura, a lo totalmente desconocido y al riesgo del contratiempo constante donde pudimos observar desde la fiebre constructora del país oriental hasta la decadencia de muchísimas de sus localizaciones y parajes perdidos.

Sin más hoy, en Bloggercoaster, estoy dispuesto a analizar el parque más raro, inusual y exótico de los que nos encontramos en la lejana Asia, un parque que en muchas páginas webs sería tildado como el perfecto ejemplo de guetto-park.



No lo voy a negar, Fisherman Warf no es un parque fácil. Hasta ahora los parques que me he dedicado a analizar respecto a nuestra ruta asiática alrededor de Shanghai presentaban una característica en común bastante agradecida para el viajero: llegar a ellos en transporte público (bien en metro o bien en tren) suponía un recorrido de no más de 15 minutos y se presentaba como algo más bien banal. Pero llegar a las inmediaciones de la costa que rodea la bahía de Hangzhou no es para nada fácil y resulta un capricho que, aún siendo China un país barato, hace temblar un poco el bolsillo.

Este diminuto parque de atracciones se encuentra efectivamente en una playa, la que limita el crecimiento de Shanghai como metrópolis en el sur de su extensión y que da directamente al Mar del Este de China. La región es una surrealista mezcla de molinos de viento, pagodas milenarias, hoteles de cartón-piedra repletos de centenares de vacías habitaciones y la sensación de que sorprendentemente todo el bullicio de la gran ciudad queda lejos de aquí:


Por lo visto la intención por parte de la ciudad, décadas atrás, fue la de convertir esta región tradicionalmente repleta de arrozales, pagodas y templetes en una especie de gran zona de ocio y descanso para quien pudiera permitírselo (algo así como un Marina d'Or chino). Pero el inventó no funcionó del todo y hoy en día esta zona representa uno de los lugares con más edificios e incluso zonas residenciales enteras abandonadas al tiempo. Frente a Fisherman Warf encontramos, por ejemplo, una ostentosa zona residencial inspirada en el estilo neoclásico europeo:


Y como os he dicho, no muy lejos del parque encontramos grandes pagodas con centenares de años cada una de ellas. Pero el uso que se les da hoy en día es más bien distinto, fijáos sino en ésta (situada a apenas 100 metros de la entrada del parque) y en la que vemos un cartel que reza "Fashion Pub". Es decir, de edificio de culto religioso a... ¿club de alterne nocturno?:


Ciertamente uno puede quedar en estado de shock al llegar a esta zona por primera vez, donde también encontraremos una buena cantidad de restaurantes con enormes terrazas repletas de mesas (todas vacías) y un buen surtido de pequeñas casetas donde se nos intentará vender todo tipo de productos inspirados en la playa (gorritos, chanclas, toallas, etc.).

Llegar a este lugar se hace imposible en transporte público y debéis tener mucho cuidado porque desde Shanghai hasta aquí os puede llevar un taxi oficial, pero desde aquí a la ciudad (el trayecto inverso) deberéis tomar un taxi pirata (hay siempre entre 5 y 10 aparcados frente al parque). Los taxis pirata no llevan taxímetro, por lo que se negocia el precio antes de meterse dentro de él. A nosotros por ejemplo nos intentaron colar 150 yuans (unos 18 euros)  por ir desde aquí hasta la parada de metro más cercana (Dongchuang Road, a unos 30km de distancia) y finalmente conseguimos rebajar el precio hasta 100 yuans (unos 12 euros). Parece una tontería, pero vale la pena tenerlo en cuenta. Si queréis volver deberéis tomar uno de esos taxis sí o sí y en muchas ocasiones, para moverse por distintos parques, es la única alternativa. Debéis aprender a regatear, aquí en China es deporte nacional.

¡Al ataque! Oh, wait...

Situados ya a las puertas del parque de atracciones más creepy jamás visto, no queda más que adquirir la entrada y disponerse a encontrar una galería de los horrores dispuesta de manera ordenada (eso sí). La entrada al parque está situada en la parte de paseo marítimo y se accede mediante unos tornos pegados a una caseta de madera, que es donde te cobran por acceder (15 yuans cuesta la entrada, unos 2€, y luego se paga por cada ride/coaster).

La primera ride que nos encontramos al bajar las escaleras y poner pie en la arena de la playa es, cómo no, un flume. Ya no es lo raro de encontrar un flume a apenas 50 metros de la orilla del agua (que también), sino el estado de "conservación" de esta ride, que más bien se antoja como inexistente. En sí es una copia baratísima de un Reverchon en forma de 8 con dos drops cruzados (uno de unos 3 metros de altura y otro de unos 6) y que presenta un aspecto tal que así:


Efectivamente, como os he dicho todas las rides se presentan a pie de playa y únicamente se puede ver una obra de cemento mínima que vendría a ser la estación y alguna parte más de la ride, pero la gran mayoría están asentadas sobre la arena, por donde nos moveremos también nosotros caminando.

Junto al flume encontramos otro clásico de los parques chinos, un carrousel de tamaño más bien reducido y montado, como podéis comprobar, sobre una generosa base de cemento. Me llamó la atención la señal que podéis ver en la valla (con dos especies de hormigas marrones), ya que esa misma señal pertenece a las mascotas de Jin Jiang Action Park, por lo que me da a entender que es posible que este minúsculo parque y el gran parque situado al sur de Shanghai tengan alguna especie de acuerdo o convenio que les permita intercambiar o recolocar rides:


Al lado de este carrousel localizamos la coaster más bizarra del parque, cuya forma, layout y existencia me la reservaré para un poco más adelante en esta misma entrada. Pegada a ella encontramos otra de esas rides que no podía faltar en un guetto-park como este, una wave swinger de colorido resultado y que, para ser sinceros, no pinta mal por lo menos a nivel de conservación. Nótese lo que os decía antes, la ride está "clavada" sobre la arena.


Detrás de esta primera fila de rides encontramos, casi oculta por el olvido y probablemente fuera de servicio, una de esas rides que jamás de la vida me aventuraría a probar en un parque como este. Se trata de un frisbee de fabricación china y cuyo estado de conservación, como véis ya en la fotografía, deja bastante que desear:


Junto a la wave swinger localizamos el segundo credit del parque (una powered dragon coaster que también analizaré más adelante) y un edificio que antiguamente significó una dark ride y que en la actualidad sirve como edificio de servicios y descanso para los trabajadores del parque.

Por la plaza/barrizal...

Fisherman Warf presenta una forma rectangular muy alargada (es decir, está estirado siguiendo la linea que hay entre la playa y el paseo marítimo) y la mayoría de sus rides están presentadas alrededor del perímetro de este rectángulo, dejando en el centro una enorme extensión de terreno arenoso presidida en el centro por una espectacular estructura de soportes y carpas a modo de escenario:


Me imagino que en la época estival se debe aprovechar este espacio para celebrar conciertos y demás eventos parecidos. Lo que sí tengo seguro es que el centro de esta especie de plaza de arena estaba lleno de barro ya que al ser una zona de mar y al haber llovido días antes, se había estancado parte del agua caída por lo que era impracticable situarse en pleno centro de ese barrizal.


Haciendo un barrido general de las rides que encontramos rodeando esta plaza encontramos un vistoso booster en miniatura (calculo que este debía medir unos 20-25 metros) y que representa el punto más alto de todo el parque:


Seguidamente nos encontramos con una generosa colección de colchonetas inflables infantiles de todos los colores y formas posibles que tienen pegada, en uno de los laterales, una fila de casetas donde venden más productos playeros hinchables (en esta foto se ven los tejados de las casetas a la izquierda):


Y justo al lado una gran torre inflable a modo de rocódromo y rodeada de esta especie de tirachinas (fuera bromas) con colchoneta que permite que los más pequeños puedan pegar grandes saltos amarrados por arnés a una tira elástica:


Localizamos también, continuando esta divertida hilera, una piscina cuadrada con barcas hinchables y una pequeña zona con mesas y sillas de jardín, por donde podemos acceder a la parte trasera de las rides que vendría a ser la orilla de la playa. Es decir, a tan sólo unos 20 metros de todas estas atracciones hay mar.

El tercer bloque

Por último encontramos el otro lateral del parque donde lo primero que veremos es este bonito power surge, cuyo parecido con el de Jin Jiang Action Park es enorme y que sorprende encontrar en un terreno tan inestable (suponiendo que guarde una base de cemento bajo la chapa que da acceso a la ride):


Este lateral resulta algo más caótico que el que vimos al principio, pudiendo encontrar una aglomeración de rides conectadas mediante pequeños y estrechos pasillos de arena (en muchas ocasiones inundados con grandes charcos de oscura agua). En este aglomerado de rides encontramos cosas como un monoraíl elevado, un barco pirata, el tercer credit del parque, una cyrcle-ride (os hablaré de ella un poco más adelante), unos bumper cars y un par de spin-rides típicas. De fondo, grandes generadores de energía eólica:


Si os fijáis en la fotografía de aquí arriba, a la izquierda veréis una pequeña caseta tematizada en un cangrejo con azules olas en la base. En esa caseta podemos adquirir todos los tickets para acceder a cada una de las rides que localizamos en esta zona, por lo que es lugar de paso obligatorio si queremos disfrutar de algo que encontremos aquí, como por ejemplo el monoraíl elevado que rodea toda la zona y cuyos coloridos soportes se presentan cimentados y repartidos aleatoriamente entre soportes dobles y soportes únicos, tal que así:


Podéis ver también que pegado al monoraíl y a Pine Forest Flying Mouse (el tercer credit del que más abajo os hablaré) encontramos un barco pirata de dimensiones reducidas y tematizado en una especie de barco vikingo con dragón incluido.

Junto a estas rides localizamos una spin-ride de tipo super-rocket, la clásica en la que puedes manejar desde la nave soportada por enormes brazos con hidráulicos la altura a la que sube o baja el avión, pudiendo disfrutar en ocasiones de divertidos floating airtimes. Fijáos también en que a pocos metros de distancia localizamos la estación de monoraíl (a unos 4 metros de altura sobre el suelo) y tras esta spin-ride encontramos los bumper cars, con un aspecto bastante similar a los vistos hasta el momento en los parques visitados en Shanghai:


Encajada entre el swing boat (barco pirata) y los bumper cars localizamos un especímen raro, rarísimo, que creo que únicamente podemos localizar en los países asiáticos debido seguramente a la poca seguridad que guarda la misma ride. Se trata de una cyrcle-ride (en este caso vemos una cuádruple) en la que vamos sentados a bordo de una góndola doble y un eje central va girándonos siguiendo un recorrido circular que nos invierte en la zona más superior. Por desgracia esta estaba fuera de servicio y creo recordar que no vimos ninguna otra en los demás parques que visitamos, aunque no os negaré que sentía ciertas ganas de poder experimentar semejante despropósito mareante:


En definitiva, un parque de atracciones pequeño, muy gastado, con bastante dejadez pero aún así con una oferta de rides y de coasters bastante aceptable (así a bote pronto cuento unas 12 rides y 3 credits). Sumadle además el escenario donde poder celebrar conciertos o actuaciones varias y el hecho de situarse a escasos metros de la playa, además de disponer de resorts con campos de golf y hoteles de bastante nivel a pocos kilómetros de distancia. Todo ello hacen de Fisherman Warf un destino totalmente casual (viajar específicamente aquí me parecería una locura) pero que en los días de verano tiene que resultar ser una buena alternativa al ocio de la zona.

Me gustaría poderlo recomendar en caso de estar por Shanghai de visita, pero el elevado precio de desplazarse hasta el lugar, sumado al hecho de que os alejaréis unos 70 km del centro de la ciudad convierten a este parque en una opción altamente arriesgada, únicamente planificable en caso de tener un coche de alquiler o de encontrarse de paso por la zona inmediata.


Como ya os he dicho durante prácticamente toda la entrada, uno de los principales encantos (si se le puede llamar así) de Fisherman Warf son sus tres credits. Cantidad discreta, calidad altamente discreta pero una variedad que bien puede merecer el 100% de atención para que el parque sea visitado. Pronto veréis porqué:

Outer Space Flying Car

Antes de nada, mirad este ya famoso point-of-view genialmente grabado por los compañeros de ThemePark Review:



Uno puede estar ya entrenado para resistir cualquier tipo de fuerza G, puede haber pasado por todas las inversiones habidas y por haber e incluso puede haber probado las medidas más extremas en todos los aspectos, pero existe una liga de coasters en el mundo, un pequeño reducto, que se encarga constantemente de desmontar la experiencia que uno pueda tener en este tipo de aventuras. Outer Space Flying Car resulta ser una de estas coasters, un regalo inesperado del destino, un caprichoso ejercicio de enajenación mental traducida a coaster:


Pese a que este fue uno de los 2 únicos credits que no pude riddear en China (debido a las extremas medidas corporales solicitadas por el personal) sí pude presenciar el recorrido off-ride y recopilar, minutos más tarde, la vivencia en directo por mis dos compañeros de viaje (Luis y Jaume). Y el resumen en general vendría a ser que Outer Space Flying Car sería una coaster más si no fuera por la parte que va desde el drop hasta la salida del loop:


Fuerzas G positivas extremas que te disparan directamente en dirección al suelo, incomodidad total de asientos y arneses en un minúsculo tren con dos únicas plazas, mantenimiento totalmente inexistente (¿hacer un testing antes de ponerla en marcha?¡Paparruchadas!) y en general un diseño totalmente enfermizo, digno de cualquier amante de lo más doloroso de Vekoma, Maurer y Soquet unidos en una sola coaster.


Conocía ya el dolor que puede provocar un Toboggan sin inversión como este (de los que hay unos cuantos en el mundo), pero sin duda alguna Outer Space Flying Car sube un peldaño más y lidera una apuesta en la que si el dolor fuese una partida de poker, probablemente llevaríamos un repoker ganador bajo la manga.

Gliding Dragon

Os hablé ya de esta coaster justamente ayer, en la Foto de la semana número #46, donde me explayé a la hora de explicaros la particularidad que también hace única a esta powered dragon coaster de la que existen centenares en el mundo:


Más allá de su doble hélice, sus 5 ciclos (sí, cinco) y su dureza respecto al roce con las vías (algo que tampoco viene a ser una novedad en este modelo concreto), la particularidad reside en el uso secundario que se hace de la base del credit, convirtiéndola en un huerto donde podemos tanto localizar verdes hortalizas como pescado secado al sol. Lo dicho, echad un vistazo a la entrada que os comento y veréis de qué hablo.

Pine Forest Flying Mouse

He de confesarlo, miraba con recelo este tipo de coasters antes de volar en dirección a China y volví del país oriental declarándome un fanático incondicional de ellas (jungle mouse vendría a ser el nombre técnico dado a este tipo de credits):


Creo que el encanto de esta coaster radica en dos aspectos muy sencillos: el primero es que el funcionamiento es el más tradicional posible, con un lift que nos eleva a la máxima altura al empezar el recorrido (calculo que unos 7 u 8 metros de altura, no mucho más) y un recorrido que va descendiendo poco a poco sin exagerados desniveles pero con una gran cantidad de curvas de escaso peralte que hacen que sintamos todos y cada uno de los tramos en nuestro trasero:


El segundo aspecto a destacar es el hecho de que los trenes sean individuales. Siempre he defendido que las coasters con trenes individuales (véase spinnings, wild mouse o e-motion coasters) facilitan el juego psicológico de que el que va montado en uno de estos trenes es amo de las sensaciones que viva en él. Sin tener que aguantar los gritos de otros que quizás lo vivan de manera más intensa o incluso los brazos en alto de un compañero de asiento desesperado por desarticular sus hombros.

Este tipo de coasters te permiten hacer literalmente lo que quieras (más en este caso donde la seguridad brilla por su ausencia) y puedes tirarte el recorrido entero simplemente disfrutando de esa faceta freak que tanto nos gusta como es almacenar cada parte del recorrido en nuestra memoria. Pine Forest Flying Mouse quizás no pase a la historia como una gran coaster (de hecho seguramente se la recordará más por la copia descarada del ratoncito de los trenes, saludos Disney), pero a mi parecer entra dentro del grupo de coasters que nunca jamás obviaría, jamás las marginaría por sus medidas, estructura o aspecto exterior, porque guardan mucho más potencial del que aparentan tener.

*****

Y hasta aquí este extenso análisis de Fisherman Warf, uno de los parques más insulsos e inquietantes que he visitado en mi vida pero, a la vez, uno de los más pintorescos y originales. La demostración perfecta de que el espíritu aventurero no entiende de distancias, precios o condiciones.

Cuando decidimos montar el RCT Tour 2013 a un país tan lejano como China, he de reconocer que visitar Fisherman Warf era como un hito que había que cumplir sí o sí. Y eso hicimos, por lo que el solo hecho de poner pie en una playa como ésta, repleta de cacharros más cercanos a la chatarra que a la calificación de rides o coasters, ya de por sí para mi representa todo un logro como viajero.

Espero haber podido transmitir esta visión con la entrada de hoy, yo por si acaso me la guardo en el rincón de las entradas a las que más cariño guardo desde YA mismo. ¿Qué os parece a vosotros y vosotras?

2 comentarios:

  1. Muy interesante, como siempre.
    Por si te interesa, en la feria de navidad de Bilbao hace ya unos 5 años pusieron una ride parecida a la "bizarrada" que comentas en la que el viajero pedaleaba sobre una bicicleta para ganar altura y completar el loop.
    Saludos!

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  2. Creo que la coaster construida en el jardin por aquel hombre americano... tiene mas seguridad y menos bestialidad de g´s que Outer Space Flying Car, jaja aun asi daria lo que fuera probarla. lastima de mi gran altura que no pueda disfrutar de tal maravilla de la tecnologia.

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